En la casa

Publicado el 11 noviembre 2012 por Spiderman @cineylibertad

Víctor Alvarado (publicado en Pantalla 90)

En menos de un mes se han estrenado tres películas que, más o menos, reflexionan sobre el proceso creativo de la escritura y estos son sus nombres: Ruby Sparks (2012), Ladrón de palabras (2012) y la cinta en cuestión, En la casa (2012).

La historia gira en torno a una pareja de izquierdas, formada por una crítica de arte y un profesor de lengua quemado por su trabajo, que se queda fascinado con la capacidad literaria de un chico de 16 años de su clase, lo que contrasta con el bajo nivel del resto de sus compañeros. Este chaval utiliza como fuente de inspiración la vida de un compañero del montón y su feliz familia, aunque, en un principio, desconoceremos sus oscuras intenciones.

En la casa (2012) se basa en una obra del escritor español, Juan Mayorga, y ha ganado dos premios en el Festival de San Sebastián 2012: La Concha de Oro a la mejor película y el premio del Jurado al mejor guión. Está dirigida por un cineasta experimentado como François Ozon, recordado por Ricky, Potiche y El refugio. Este realizador responde al prototipo de antaño al que nos tenía acostumbrado una parte del cine galo (obras superficiales en la que todo en materia sexual es válido, frívolas o demasiado intelectuales). De todas formas y gracias a Dios, no todas sus producciones responden a esa descripción, pues el panorama cinematográfico francés es muy variopinto y muchas de sus producciones son profundas.

La virtud principal de su director, en este caso, es su envoltorio; es decir, el continente y el modo en que se narra lo cotidiano con un sólido, pero vacío guión. Las interpretaciones son impresionantes. Fabrice Luchini encabeza el reparto, representando a una persona sin ética que se proyecta en un talentoso adolescente con su misma línea de pensamiento que hará lo que sea con tal de conseguir su objetivo. Llama la atención el inquietante papel del protagonista (Ersnt Umhauer) porque consigue inquietar al espectador. Nos parece memorable la simpática crítica que se hace del arte contemporáneo mediante el personaje de Kristin Scott Thomas.

El principal defecto es el contenido, lo que cuenta no creo que le pueda interesar a nadie, siendo demasiado dañino y morboso, porque no sé que interés puede tener el conocimiento de las interioridades de una familia de lo más normal. Quizá lo más interesante se encuentre en conocer cuál es el proceso de escritura de una novela.

Como dato curioso, se plantea la polémica de los colegios públicos en Francia en los que se implanta el uso del uniforme escolar para evitar las diferencias sociales, mientras el personaje principal lo considera alienante.