En la casa

Publicado el 15 junio 2013 por Rogolagos
No me considero profesor, a pesar de que llevo más de catorce años dentro de las aulas universitarias ya sea como ayudante de cátedras y los últimos ocho años como docente en algunos cursos, además de ser un funcionario público de un ministerio. No me puedo autoasignar un título que no recibí porque para ello hasta ahora (como en muchas cosas) he sido un autodidacta... sin embargo (y lamentablemente) he ido notando con tristeza de que la calidad de la educación que reciben los alumnos es cada vez peor. A principios del año pido una composición de sus vacaciones, como profesor de geografía tengo que saber donde fueron, al mismo tiempo que me cuenten un relato de lo que vivieron y que sintieron... aunque esa parte no se las digo. La idea mía es saber quienes son mis nuevos alumnos, como piensan y como están parados sobre su propia historia. Algunos toman el ejercicio como una estupidez, además de que jamás les doy algún resultado al respecto. Puede ser que esa sea la diferencia con el ser "docente" algunos colegas me dicen que no pierda tiempo aprendiendo nombres y que sólo los trate de usted (y puede que tengan razón), pero aún no puedo quitarme de la cabeza la idea de que cada nombre es una historia y un futuro... y del cual me interesa saber que fue lo que pasó para que el destino nos hiciera confluir en una sala de clases... a pesar de que llevan más de cinco semanas en paro.
Siempre el primer día está lleno de incertidumbre antes de llegar a la sala, ¿cuantos alumnos serán?, ¿se interesarán?, ¿se cumplirá el programa completo este año? y otras interrogantes más. Para Germain (Fabrice Luchini) el profesor de Literatura del liceo Gustave Flaubert, el regreso de las vacaciones de la secundaria le trae al pesimismo de la nueva temporada, cada año parece ser peor y en el nerviosismo y la "innovación" del uniforme, su primera clase comienza (también) con una composición sobre que hicieron el fin de semana. Entre las faltas de ortografía y jóvenes que contaron que comieron pizza en dos líneas, no hay mucho que calificar de sus trabajos. ¿Será tanta información, la cantidad de tiempo viendo televisión o jugando en consolas?, es la pregunta que él se hace y varios nos hacemos muchas veces.
Pero en medio de tanto mamarracho aparece una hoja escrita por ambos lados, algo que en estos tiempos es una rareza de tiempos pretéritos... contando que al fin había logrado entrar en la casa de un compañero de clase, con el pretexto de enseñar matemáticas Claude García (Ernst Umhauer) comenzó a conocer la intimidad de la familia Artole, una típica familia de la clase media francesa. Una hermosa madre Esther (Emmanuelle Seigner) y su hijo Rapha (Bastien Ughetto) a quien hacía clases. El relato inconcluso del joven parece adentrarnos a sus intenciones en las que deja en claro que Rapha es sólo el puente para cruzar hacia otro lugar distinto. El relato de Claude es tan absorbente que en la clase siguiente Germain lo llama al final de la clase para conocerlo, en la conversación Claude le entrega la continuación de su historia que el profesor lee descubriendo que es probable que tenga entre sus alumnos a un gran escritor o un sicópata o un seductor... o las tres cosas.
La historia escrita como un manuscrito en cada hoja de cuaderno va llenándose de cómplices y personajes que involucran a los propios lectores, como a los personajes principales, un padre fascinado con el basquetbol y la cultura china, su esposa de ojos tristes inundada por el sueño de rediseñar su casa y el profesor obsesionado en que su alumno estrella mejor su talento con la pluma. Pero Claude en el relato (o en la realidad) está cada día más inserto en la familia Artole, conversaciones a solas con la madre parecen cada vez un nuevo trofeo en la intención no declarada del autor. 

Todos somos cómplices de esas historias que nuestros cercanos construyen, nos hemos visto dando consejos en rupturas y reconciliaciones, en el cuidado de hijos y en el futuro laboral. Pero también nos gusta el fuego y caminar por las brasas para sentir sensaciones que agregamos a nuestras composiciones. La vida es demasiado corta para vivir solamente nuestras vidas, necesitamos conocer otras, inventarlas y disfrutarlas. La sala de clases siempre es una inyección de adrenalina que nos llena de nueva vida... por eso la disfruto... 


Saludos a todos
Esperemos que algún día llegue a Chile esta gran historia.
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Dans la maison en Wikipedia
4.- Trailer