En la espalda de la lógica

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE

 Hoy sí que se puede utilizar el verbo “ulular” para describir lo que el viento está haciendo sobre el tejado de mi casa. Y no es nada metafórico.

Es uno de los peligros que pueden ocurrir si te despiertas en la mitad de la noche y recuerdas, lamentablemente, que la última colada todavía está sin tender,y recuerdas también que aunque suene a título de película, desgraciadamente no es ninguna película que te has montado, y estás solo en casa también por Navidad, aunque no seas Macaulay Culkin ni hayas tenido una adolescencia cuando menos complicada…

Las pocas luces navideñas que el ayuntamiento donostiarra destina cada año, al menos en mi barrio, se mueven como locas entre la lluvia que cae como sino hubiera un mañana.

Por esas cosas que no tienen sentido, mi mente me recuerda ahora mismo, que ya estamos en el día de los inocentes. Siempre que recuerdo ese día, por cierto, en mi mente aparece el consabido muñequito de papel pegado a una espalda, que hasta ahora al menos nunca ha sido la mía.

Bastante se encarga ya el destino por su cuenta de gastarse bromas el resto del año, de las que por supuesto sólo se ríe él.

Este año lo de la pandemia ha sido bastante pesado y un mucho reiterativo. Y a ese carro se han apuntado para pegar el muñequito con saña en la espalda de la lógica los negacionistas, y un Miguel Bosé llegando a imitarse a sí mismo pero de una manera desaforada.

No me había fijado hasta ahora la tristeza con un punto de añoranza que se puede desprender de una calle solitaria en la mitad de una noche, con la lluvia como castigo convirtiendo en espejo lo que hasta hace poco era asfalto.

En momentos como éste es comprensible que en cualquier instante puedas descubrir una puerta que te dirija a la poesía, y ya nunca veas el mundo de la misma manera. No tiene antídoto, ni hace falta. 

*Foto: F.E. Pérez Ruiz-Poveda