En la isla parte de una idea poco original, por lo menos a primera vista. Muchas son las historias que tratan el tema de personas perdidas en una isla desierta, empezando por Robinson Crusoe -libro que todavía no he leído, todo sea dicho-, pasando por la archiconocida El lago azul, o incluso -manteniendo las distancias- la serie de televisión Lost. Pero incluso siendo una idea ya tan, tan utilizada, no deja de tener un atractivo increíble. La supervivencia del ser humano en un entorno desconocido, los peligros a los que tiene que enfrentarse, el desgaste tanto físico como mental, etc., son temas de lo más interesantes. En este libro podemos encontrar todos eso y mucho más...
... Y ese mucho más viene de la mano de nuestros dos protagonistas: Anna y T.J. Como es natural, y predecible, entre ellos va a surgir una relación. El problema es la gran diferencia de edad. Anna es una mujer adulta de treinta años, con planes en la vida. Quiere una familia y una estabilidad personal. T.J. es un chico de dieciséis años que acaba de superar una grave enfermedad. Su principal meta, a corto plazo, es recuperar el tiempo perdido. Sin embargo tendrá que pasar el verano recibiendo clases particulares de Anna, su profesora. O ese era el plan. Hasta el accidente. Como digo, el tema está ya muy visto, por lo que nos podemos imaginar cuáles son los principales peligros a los que tienen que hacer frente. Empezando por el hambre, la deshidratación, un techo bajo el que refugiarse, además de las pequeñas molestias del día a día; cosas a las que no les damos demasiada importancia pero que se convierten en una tortura en una isla desierta. Creo que sabéis a lo que me refiero. Tengo que destacar, y lo considero casi una obligación, estos pequeños detalles, como son la higiene personal en general, la femenina en particular, que no se dejan de lado en ningún momento, dándole mucha más credibilidad a la historia. Me pasé seis temporadas de Lost preguntándome de dónde sacaban las tijeras para cortar el pelo, los tintes para esos rubios de bote, las cuchillas para afeitarse, y el papel higiénico -entre otras cosas-. Así que por mi parte, un aplauso a Tracey Garvis. No puedo negar que la autora les echa un cable de vez en cuando, pero los pobres lo pasan igualmente mal durante toda su estancia en la isla.
Ahora bien, lo que quiero destacar, por ser para mí el principal tema del libro, es la diferencia de edad. Sí, la historia de la isla está genial, muy bien desarrollada..., pero para mí no es más que un escenario donde colocar a nuestros protagonistas y que así se lleguen a dar las circunstancias adecuadas para una relación. Repito, con esto no quiero decir que la historia en la isla no sea buena y no esté muy cuidada, ojo, sino que, en mi opinión, podrían haber terminado perfectamente en mitad de la selva o en la montaña. La cuestión es que son dos personas que no se tienen más que el uno al otro, lo que provoca que se cree un vínculo que en la vida diaria sería imposible. Se deja de lado la moralidad de la sociedad. Otro punto a favor es que esta unión no se da inmediatamente, lo que sí sería extremadamente extraño dado lo infantil que resulta T.J. al comenzar el libro: es un crío tanto física como mentalmente. Y esto también quiero destacarlo mucho porque es otra de las mejores partes de la novela. La evolución de T.J. es increíble, ya no en el desarrollo y evolución, sino en la percepción que el lector va teniendo de él. Tracey Garvis consigue que esa transformación, en apenas ciento y poco páginas, nos resulte natural, nada forzada. El T.J. que llega a la isla es un adolescente, el que enamora a Anna es un hombre, aunque no haya pasado demasiado tiempo. De ella no tengo mucho que decir, es un personaje muy correcto, que agrada al lector en todo momento. Podemos ver el debate que tiene consigo misma, pero va aceptando las cosas según van llegando. Me ha gustado mucho. La relación entre ellos es bonita, tierna, pasional..., un poco de todo. Y es que es imposible cogerle cariño a T.J. Para mí el alma del libro.
La novela está dividida en dos partes bien diferenciadas. La primera, como es obvio, me ha gustado mucho, en cambio la segunda pierde parte de la gracia. Sigue siendo bonita, las escenas entre ellos son entrañables, pero no me han llegado de la misma forma. Aquí si que entra ya la parte en la que la edad se interpondrá entre ellos inevitablemente. Por otra parte, el final me ha encantado, para mí la única conclusión posible. El estilo de la autora es muy sencillo y directo, narrado en primera persona tanto desde el punto de vista de Anna como el de T.J., en capítulos alternos; algunos de ellos bastante cortos, lo que hace que el libro se lea en muy poco tiempo. No sé muy bien dentro que qué género encasillarlo, tiene tintes juveniles, aunque también escenas un poco más adultas, además del personaje de Anna, con una visión de la vida más madura. Para mí la autora bebe de ambos géneros. Por último, mencionar que aunque me ha gustado mucho la relación entre ambos, la historia en la isla y, bueno, el libro en general, no creo que sea una lectura de diez. Es una novela entretenido con el que pasar un rato agradable, pero que tampoco tiene mucho más que aportar. Aunque, ¿quién necesita más? Cumple de sobra aquello que promete, y no es otra cosa que entretenimiento y una historia bonita.
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·Editorial: Salamandra
·Publicación: Julio 2013
·Precio: 17,00€
·ISBN: 9788498385397
·Páginas: 314