En la niebla
Hoy quiero compartir con vosotros el primer relato que escribí y me atreví a compartir en un foro...
En la niebla Cerré los ojos para escuchar el sonido del mar, el murmullo de los árboles, para sentir el olor de la tierra mojada, de la hierba fresca y noté la humedad en mi ropa y esa frialdad que traspasa cualquier tejido, incluso tu propia piel para acomodarse en tus huesos, y no pude evitar sonreír, respirar profundamente y sonreír, me sentía como si hubiese dado atrás en el tiempo, como si volviese a tener ocho años, era increíble volver a estar allí, en el prado donde tanto jugué, envuelta en la misma niebla, allí no había pasado el tiempo.Miré al frente, intentando discernir lo que había a unos metros de mi, pero nada podía verse a través de tal espesa niebla, la que temía y a la vez me fascinaba, la que me ahogaba y a la vez me hacía soñar, estar en un mundo repleto de hadas y duendes, de seres increíbles que salían cuando la niebla estaba tan baja que no podíamos verlos, estaba segura de que estaban ahí, a solo unos metros de mí, me sentía rodeada de magia.De niña me sentaba fuera durante horas a mirar a mi alrededor, esperando ver un pequeño movimiento, creí verlo en una ocasión, pero nunca pude saber si realmente ocurrió o si fue mi mente en respuesta a ese gran deseo, me moría por pillar a un hada desprevenida acercarse demasiado a mí, a lo mejor si me estoy quieta, muy quieta, podría volver a ver algún otro ser que se me acercara.El frío cada vez iba ganando más terreno en mi cuerpo, la humedad se apoderaba de mis cabellos rizándolos y esponjándolos a su antojo, la tupida cortina blanca que me rodea me iba causando una sensación de agobio, de claustrofobia. Mi corazón latía de prisa, no sé si para mantener caliente mi cuerpo o por mi estado de nerviosismo, pero estaba segura de que algún día conseguiría ver algo especial, intenté relajarme, respiré profundamente, noté como el aire frío quemaba mis pulmones al entrar, me dolía respirar tan profundamente, ya no podía controlar mis temblores y de repente, oí algo crujir a mi lado, a menos de un metro de mi, alguien había pisado una ramita, fue tal mi sorpresa y mi sobresalto que no pude contener un gritito de terror que hizo que mi perro saltase sobre mí a su vez asustado- - Oh, eres tú, pequeño bribón, menudo susto me has dado.El meneó su rabito contento de haberme encontrado, es más que mi perro mi propia sombra, siempre pegado a mi pierna izquierda, donde quiera que vaya, había salido sin que me viera para que no espantara a los seres que esperaba encontrar fuera, pero obviamente era absurdo, aun así, me alegré de verle y de saber que si me hubiese perdido entre la niebla, su instinto y su olfato hubiesen dado conmigo sin problema, al igual que ahora se dirigía a casa con total seguridad en sus pasos y yo con total seguridad tras él.
En la niebla