En la niebla (B Tymahe), Bielorrusia 2012

Publicado el 21 febrero 2013 por Cineinvisible @cineinvisib

Un cortejo de hombres avanza con lentitud, obligados a avanzar pero sin ganas de llegar a su destino. La gente, entre obligada y algunos por propia voluntad, de todo hay en esta vida, asisten a un desfile hacia la nada. Unos soldados alemanes cierran la posible escapatoria. Los altavoces explican que para la reconstrucción es necesaria la colaboración. ¿Por qué cuando más se habla de reconstrucción es en plena guerra? No hace falta decir que, si la población no reconstruye con el invasor, acabará como los prisioneros que han llegado al pelotón de ejecución.En esta primera escena que abre el Premio FIPRESCI 2012 de Cannes, el espectador siente hasta el frío invadirle las entrañas. Una historia de la segunda guerra mundial situada en un pueblecillo perdido de Bielorrusia, que el director, Sergei Loznitsa, conoce a la perfección por ser originario de la zona, firmando así una inquietante adaptación de la novela de Vasiliy Vladimirovich Bykov.Sergei Loznitsa es un verdadero maestro del encuadre. Desde el inicio del nuevo siglo se dedicó a realizar unos cortometrajes que impresionaban por su sinceridad, intensidad y ternura.  Fábrica (2004), Artel (2006), Bloqueo (2006), Luz del norte, Mal de archivo, ambos de 2008, o el impresionante retrato en Portrait (2002) de unos campesinos enfrentados a la cámara (del que hablaremos próximamente) me había dejado literalmente prendado de su estética visual.Mi alegría era sólo comparable al riesgo que el cineasta asumió para su primera película, My joy (2010) dado que el resultado estaba más que a la altura del proyecto. Casi tres años después de tantas y tantas escenas vividas en la sala obscura, la imagen del hormigón cayendo sobre un adolescente perdura aún en mi retina. Y por si fuere poco el Premio FIPRESCI de Cannes con su segunda película, confirma que hay que retener el nombre de este autor, Sergei Loznitsa, porque vamos a oír hablar de él.El cineasta privilegia la imagen a la palabra, la observación a la acción o el detalle descriptivo a la enloquecida narración. Aún así el argumento se las trae: los alemanes en lugar de ejecutar a todo el grupo de resistentes han dejado a uno de ellos libre, sin explicación alguna. La población duda de inmediato sobre este hombre sospechando que ha delatado a alguno de sus compañeros. El objetivo final de los nazis es esperar escondidos que otros vengan a buscarle y así conseguir más resistentes.Este pobre tendrá que intentar convencer a sus compañeros, que conoce desde niño, de su inocencia. Sin embargo los dos que vienen a buscarle no dudan en llevárselo al bosque para asesinarlo. Los nazis les disparan de inmediato y hieren a uno de ellos. El falso acusado de delación decidirá socorrerle y atravesar el bosque para intentar salvarle.Tres personajes que se van descubriendo a través de flashbacks: el valiente, el corrupto, el interesado… Todo es posible en esta historia. El cuerpo herido pesa cada vez más, las imágenes muestran la dificultad de avanzar, la lentitud con que pasan las horas y la angustia de los protagonistas. Todo bajo la fotografía de Oleg Mutu, uno de los mejores directores de fotografía europeos, al que debemos la luz de las películas de Cristian Mungiu, 4 meses, 3 semanas y 2 días (2007) o Más allá de las colinas (2012), sin música y únicamente sonido directo. Tristemente lo que se escucha en la última escena del bosque recuerda mucho lo que oímos al inicio de la película. Guau. Intenso y real.