En la ciudad de Oporto no hay muchos monumentos o puntos de interés para el turista. Al menos no hay tantos como en Lisboa, ciudad con la que yo lo comparaba a cada momento, aunque no tienen nada que ver en realidad. Podemos visitar el centro más señorial y elegante de la ciudad, que es la Avenida dos Aliados. También es interesante visitar las múltiples iglesias que surgen en cada esquina, la mayoría de ellas con hermosos azulejos de color azul, uno de los símbolos del país. A destacar la Torre de los clérigos, desde cuyo punto más alto se divisa toda la ciudad, un increíble mosaico de tejados naranjas con el Duero como única disonancia. Por último, la librería Lello e Irmao es una visita imperdible en Oporto, con su impresionante escalera roja. Es el lugar dónde se rodaron algunas de las escenas de Harry Potter, y para mí es la librería más hermosa que he visto en mi vida.
A otro lado del río Duero esta Vilanova de Gaia, otro municipio pero la misma ciudad. En esta parte están las afamadas bodegas del vino Oporto. Desde este lado se obtienen también las mejores fotografías de toda la Ribeira do Douro. Están aquí las embarcaciones que transportaban antiguamente el vino de una orilla a otra, y que ahora permanecen ancladas perennemente en este lado del Duero, mejorando si cabe la instantánea de la ciudad. Nosotros pudimos subir al mirador de la Sierra del Pilar, que no está muy lejos, y la panorámica es espectacular!
No nos quedaba mucho tiempo para pasear por esta hermosa ciudad, que más que para visitar está pensada para disfrutar. Por eso decidimos acercarnos a Foz do Douro, la desembocadura de tan conocido río. Allí pusimos el broche de oro al viaje, paseando por la playa, sintiendo el fuerte oleaje del Atlántico en nuestra piel, y contemplando uno de los más hermosos atardeceres de nuestras vidas. Así acabó la visita a Oporto. El sol de Portugal se fue, pero volverá a brillar en otro destino, en otro viaje que espero sea tan excepcional como éste.