En la teología de Plotino las emanaciones proceden descen...

Por Daniel Vicente Carrillo

En la teología de Plotino las emanaciones proceden descendentemente desde el primer principio.
El Bien (Urano, Dios) es absolutamente Uno, trascendente e ininteligible. Engendra a la Inteligencia a partir de sí mismo y la materia a partir de la nada.
La Inteligencia (Crono, el Demiurgo) es Unimúltiple, o la esfera mental que contiene todas las ideas, sustancial e inteligible. Es una por ser inmaterial, el denominador común de todas las ideas (la verdad), y múltiple por comprender una pluralidad de esencias. Engendra al Alma a partir de sí misma y contiene el ser formal de todo lo que es.
El Alma (Zeus, la Providencia) es Una y Múltiple, o el principio rector del universo, sustancial y suprasensible. Es una por ser inmaterial, el denominador común de todas las cosas (el nexo causal), y múltiple por comprender una pluralidad de entes. Engendra las realidades inferiores a partir de la Inteligencia y la materia.
El razonamiento de Plotino es el siguiente:
- Nada procede de sí mismo ni de la nada.- Por tanto, lo inferior procede de lo superior.- Lo permanente es superior a lo inestable.- Por tanto, lo inestable procede de lo permanente.- Por tanto, lo absolutamente superior es permanente; no procede de nada y todo procede de él.
Lo superior a todo -el Uno- no procede de nada ni puede ser objeto de ciencia, al no participar de las ideas contenidas en la Inteligencia ni estar vinculado a la materia regida por el Alma.
Esta conclusión parte de la misma premisa que la metafísica de Heráclito: Si todo fluye, entonces todo es con todo; y este ser del todo consigo mismo es invariable, es decir, no fluye a fin de que lo múltiple fluya. Por tanto, el ser es superior al fluir.
La demostración de la existencia de Dios se seguiría con suma sencillez de estos principios: Si hay entes superiores e inferiores comprendidos los unos en los otros, esto es, entes más y menos estables o más y menos unitarios, debe postularse la existencia de un ser sumamente estable, unitario e incomprensible de cuyo obrar emana todo.