María Jesús Mayoral Roche
LAS AMISTADES PELIGROSAS
En mis tiempos madrileños, un Jefe, viendo mis habilidades y conocimientos intentó exprimirme las ideas y criterios. Reconozco que fue una época muy divertida, a pesar de lo aplastante que resulta la Infantería, no pudo conmigo. Yo era ajena a mis habilidades innatas y él me enseñó a cultivarlas. Este hombre se coló en mi vida sin darme tiempo a reaccionar: sabía que era la única manera. Lo poco que me quedaba por aprender y escudriñar del factor humano me lo enseñó él; sin embargo cuando la alumna aventaja al maestro... pasa lo que pasa...Empezó a hacerme faenas; algunas simpáticas y otras tirando al emocional fuerte con intención de hacer daño. Yo resistía sin problemas. Él sabía que había una barrera que no podía traspasar, porque si lo hacía me perdía y no estaba por la labor. Al final, cara a cara, se sinceró conmigo y me confesó que nadie le había dado la vuelta en la vida, que yo se la daba de continuo y que eso le jodía enormemente -nunca soltaba un taco- y se echó a reír. Me recomendó que debería afinar más mi carácter, que sacaría más en la vida. Yo le contesté que los caramelos envenenados no me iban, de hecho se los hacía tragar a los mismos que me los ofrecían y que a mí me sostenía el peso de la verdad, de mi verdad y que con ella iba por delante. De paso... le pregunté: ¿A ti quién te sostiene? Y contesté por él: ¿La mentira? Entonces bajó la cabeza y me confesó: Necesito mentirme todos los días para sobrevivir. Yo agradezco a este hombre cuanto me enseñó, fue una época divertida, interesante, aquella amistad me curtió... Porque él no reparó en medios para conquistarme, quería verme enamorada a toda costa aun sabiendo que lo tenía crudo. No le importaba humillarse sin necesidad ni jugar sucio con tal de conseguir su fin. Yo sabía que lo único que quería de mí era satisfacer su deseo y nada más, que nada ni nadie se le resistía y que yo era su presa de turno. Una presa que le servía una información con la que él se lucía en reuniones importantes y le advertía de los posibles fallos humanos de los de alrededor. También sabía que yo nunca le mentiría ni le daría problemas. Él me preguntaba: ¿Qué opinas de tal? ¿Qué opinas de cuál? Dime algo sobre tal escritor, dame tu opinión sobre tal novela, suéltame una de tus frases para lucirme... Por mi parte, yo lo admiraba, era un sabueso... me abrió los ojos a una cultura para mí desconocida, era muy divertido, con unas habilidades sociales increíbles, generoso y muy buen Jefe; a pesar de lo cruel que podía llegar a ser cuando se le torcían las cosas.
A qué viene esta historia, se trataba de una amistad peligrosa. Porque siempre hay un momento... y llegó el momento. Él era un hombre que no entendía un "no" por respuesta y presionaba psicológicamente.Yo me daba cuenta de cómo me aplicaba sutilmente toda su astucia mientras yo permanecía inalterable, me buscaba, fijaba la mirada y yo la mantenía sin problema. ¿Podría haber cortado esa relación? Sí, pero los daños colaterales hubiesen sido peores, se trataba entonces de mantener el tipo y de amor propio: a mí no me tumba nadie. Él había tejido hábilmente una red, sabía avanzar y no retrocedía. Cuando las cosas le iban mal se hacía el loco, era su momento más trágico, era un hombre infeliz, insatisfecho. Yo me pregunté: ¿Vas a ser capaz de dominar esta situación?
Este hombre se coló en mi vida como un ciclón, sin poder evitarlo, sabía dónde vivía y casualmente un día, con una excusa, se presentó en mi estación de metro por la mañana; esta casualidad la consolidó y todas las mañanas me esperaba en el metro para desayunar juntos antes de ir a trabajar. Yo solía ir con mi bono para no perder tiempo en la taquilla a primera hora de la mañana, pero un día tuve que sacarlo. Cuál no sería mi sorpresa cuando una de las cámaras del metro lo enfocaba a él y lo vi feliz, tranquilo; a pesar de sus cuarenta años parecía un adolescente enamorado. Me quedé helada, fatal... ¡Me estaba esperando a mí! Cuando lo vi en el andén su expresión había cambiado, estaba serio; pero yo ya había visto la realidad. Por supuesto tomé cartas en el asunto, puse tierra de por medio: vacaciones. Entre tanto salió publicado un concurso de traslados, al regreso era ya seguro que me metía en una vacante en Zaragoza. ¿El final? Yo me iba contenta, pero él se quedó amargo. Me dije: No tendrá problema, encontrará a otra. Pero luego siguió llamándome por teléfono y deduje que tenía dificultades para encontrar sustituta. Hay amistades que... dejan huella.
Me preguntaba y me pregunto qué clase de relación fue aquella: tenía tintes laborales, sentimentales, éramos amigos, antagonistas... Sí, aquel hombre se mostraba conquistador conmigo, atento, flores, invitaciones, regalos. Su intención era clara, pero al ver que no conseguía su propósito se encolerizaba sin demostrarlo, sin exteriorizarlo. La conclusión era clara: no me quería, quería únicamente satisfacer su deseo y no me dejaba, no me soltaba. Hubo un momento en el que comprendí su fin: necesitaba satisfacer su deseo para demostrarse a sí mismo que él estaba en lo cierto y que la decisión que tomó en su día fue la acertada, y para eso tenía que hundirme a mí. Ver esta dimensión del ser humano me hizo crecer interiormente.En la vida cotidiana hay que saber con quién te la juegas a todos los niveles, es -diría yo- fundamental. En el trabajo, en el vecindario, en los colegios, amistades, asociaciones... Y es que una amistad peligrosa te puede trastocar la vida. Él no tenía Piedad, de hecho lo confesaba: a mí no me da pena nadie. Yo me decía, claro, la necesita para sí mismo. Aquella frase fue clave para deducir que era un desgraciado y que en parte él era el artífice de su desgracia. En la sociedad ocupamos un sitio y hay que saber guardarlo, manejar la situación: no ser víctima. Y luego hay inocentes o no tan inocentes que acaban siendo peligrosos, depende siempre de las intenciones. Los hay que se cuelan por la brecha para conseguir sus fines al precio que sea. Cuando uno se vale de la ocasión para colarse, las intenciones... no suelen ser honestas. La política es un nido de amiguismo, de amistades peligrosas, un coladero de los que entran por la brecha: especuladores, mediocres, embusteros, rastreros y hasta potencialmente ladrones. ¿A quién se le ocurre poner a un presunto caco como hombre de confianza? Esperanza... tan lista y pones a un enemigo público en el cargo, porque los corruptos son enemigos públicos. Yo creo que los lideres políticos, en su prepotencia, se dejan llevar de las apariencias, falsas apariencias. Hay rostros, miradas y acciones que no engañan, se ven, se sienten. Por otra parte si no sabes rodearte de gente de honesta, aprende. ¿O es que nos estamos habituando a dar cargos a charlatanes con buena presencia? Ser honesto, justo, trabajador es algo que no se lleva. De hecho muchos políticos han falseado sus estudios, esto es una realidad, cuanto mejor lo harán con sus cuentas. Falsear es mentir. Ocultar la verdad es mentir. Esconderse bajo una máscara es mentir. La corrupción política es la consecuencia de la podredumbre moral que se está viviendo, del caos que ha dejado la crisis económica.
Y ahora... la pregunta que hago siempre y nadie me responde, ¿cómo queremos a nuestros políticos con debilidades o sin debilidades? Qué pasa, que uno cuela, te chupa la sangre y te dejas, no activas las defensas, te comen el terreno y cuál es el paso siguiente: el hundimiento. Esperanza... qué te ha pasado, pues eso... que has sido víctima del amiguismo peligroso. Hay que tener cuidado con los infiltrados, con los que se cuelan con malas intenciones: en la vida y en la política