En la urna de cristal

Publicado el 21 junio 2013 por Merche

Ya se ha dicho muchísimas veces “el miedo inmoviliza” y es cierto. Por eso hoy muchos trabajadores presas de sus miedos permanecen como si estuviesen en una urna de cristal donde un grito puede hacer estallar el cristal tras el que se creen protegidos.

Cambiar las cosas desde dentro no es nada fácil, muy al contrario, tienes que luchar con cientos de agentes externos que hacen que el cambio sea lento y encarnizado la mayoría de las veces.

Hoy los trabajadores se recriminan a si mismos unidad, pero no hace nada para tratar de unir, porque para unir hay que disentir y llegar más tarde a un punto de encuentro, donde seamos capaces de convivir con distintas opiniones en busca de lo mejor para todos.

Y así nos encontramos con que reiteradamente muchos trabajadores no han ido a las convocatorias de huelga, manifestaciones y otras movilizaciones  por ser convocadas por los sindicatos, especialmente los dos sindicatos mayoritarios CCOO y UGT. Pero a su vez cuando ven que la estabilidad de estos en sus centros de trabajo se tambalea y aparece otro sindicato de mucha menos representatividad, que rompe con la falsa armonía y desidia de los trabajadores, se encuentran perdidos porque tienen que pensar, pensar en quien tiene razón, en que pensara la empresa de esos “intrusos” que revolucionan el rebaño.

Y lejos de dialogar y discutir sobre ello, se hace un silencio tenso, murmullos entre aquellos que piensan lo mismo y recelo ante quien disiente para salir con la celebre frase “ todos los sindicatos son iguales” Y esto no es nada más que una muestra del miedo que sienten ante la responsabilidad de comenzar una lucha contra lo establecido, porque no se conoce y el no hacer ruido, pasar por la vida como meros espíritus sin acariciar el alma para que no se advierta su presencia es su única meta.

Pero esta postura tiene un problema…Y es que las empresas harán de los trabajadores todo aquello que se le antoje, pues saben que la resistencia es cero.

Llorar por las esquinas diciendo “hacen lo que quieren, no se puede hacer nada”es la tumba de la clase obrera.

La paz social a la que claman diariamente los dos grandes Sindicatos, no es otra cosa que el conformismo ante las injusticias a las que nos están sometiendo las empresas, con la no menos famosa frase de “Es lo menos malo que nos puede suceder según están las cosas” de los sindicatos tradicionales, anulando así la verdadera fuerza que tenemos, la lucha, la protesta y las reivindicaciones que para que den resultado han de ser desde los centros de trabajo donde realizamos nuestra actividad y no saliendo unos pocos a la calle cada dos meses a soltar la adrenalina que se acumula diariamente en la urna de cristal.

Cambiar desde dentro es desplazar a los sindicatos convencionales por otros con nuevo aire e ideas, pero sobretodo con las ganas de recuperar y demostrar a las empresas y al mismísimo Gobierno que nuestra fuerza está en nuestras decisiones cueste lo que cueste, que no cejamos ante las amenazas ni ante la ración de miedo que diariamente tanto el Gobierno como los sindicatos nos administran.

Se que son tiempos difíciles y el despido es ese veneno con el que nos amenazan las empresas, el miedo al perder el sustento por nuestros hijos o por miles de causas es lo que nos puede llegar a atar en determinados momentos. Pero seguir trabajando por menos dinero más horas, agachar la cabeza ante aquello que nos presenten sin rechistar ni cuestionar es dejar sin el alimento de la dignidad a nuestros hijos que como ejemplo hemos de servir, para que después ellos sean tratados como personas dignas.

Todos nacemos libres y dignos, en nuestra mano está con los años defender lo que sin lugar a dudas es nuestro y no permitir que nadie intente robarnos.