En las alturas de Nueva York

Publicado el 28 diciembre 2015 por Rincondesastre @ElrincnDesastre


¡Vuelvo otra vez con una entrada de Nueva York! Aún tengo unos cuantos monumentos que contaros, pero no quiero saturaros todo el rato con entradas sobre mi viaje, así que lo mejor es ir dándolo dosis a dosis. Hoy os voy a hablar sobre las preciosas vistas que se ven desde el mirador "Top Of The Rock" y el del "Empire State".
Caminar por Nueva York es sentirse pequeño en comparación con los inmensos edificios que tiene. Es una realidad. Ninguno de ellos es bajo y si lo encuentras quizá deberías hacerle una foto. Viendo tanta altura, no es de extrañar que te dé por pensar en cómo será estar ahí arriba, qué se verá, cómo serán las vistas.
¡Y lo digo yo! Que por si no os lo había dicho, mi habitación estaba en el piso 26 y tenía unas vistazas, que podían quitar el aliento. Pero me habían hablado muy bien de los miradores y de las espectaculares fotos que podías sacar desde allí. Podría decirse que no lo pensamos mucho, era algo que había que hacer, que teníamos que hacer... En definitiva, una visita obligada y muy satisfactoria.

Top Of The Rock


El mirador "Top Of The Rock" se encuentra justo en Rockefeller Center y es un edificio inmensamente alto. Antes de subir arriba, puedes pasarte por la tienda que NBC tiene en esa misma calle o incluso patinar un ratito en la pista de hielo que tienen. Sí, esa donde miles de veces has visto el árbol navideño puesto.
Podría haberlo hecho pero no lo hice. No sé patinar muy bien, me defiendo pero no soy una bailarina que pega volteretas, creo sinceramente que me caería de culo si lo intentara. ¿Y quién no? Así que me conformé con subir a las alturas, cual pájaro solo que sin alas y sin posibilidad de volar, pero con una cámara en las manos.

Los americanos saben muy bien cómo sacarle partido a las cosas. ¡Reyes del espectáculo! Eso es lo que son. Cuando entramos en el edificio, sacamos nuestras entradas y fuimos al ascensor que nos llevaría a las alturas. Os podéis imaginar el control de seguridad que tuvimos que pasar ¿verdad? (sí, del espectáculo pero también reyes de la paranoia, quizá).
Una vez que subimos al ascensor, una servidora pensó que era como otro cualquiera, al menos hasta que escuchó una música que la hizo levantar la cabeza. Y ahí, en pleno techo de cristal vimos una proyección, con un montón de imágenes impresionantes acompañadas de una música que animaba a querer subir.
Y es que la subida es rápida, muy rápida. He llegado a ver la velocidad a la que pasan los números, mientras esperaba a que me llegara el turno, y os aseguro que nunca había visto nada tan veloz. Parecía un cohete listo para salir al espacio y surcar el universo del cielo neoyorkino.
Pero lo mejor fue salir del ascensor para descubrir un paraíso visual. Podríamos decir que "Top Of The Rock" está dividido en dos grandes visiones: Central Park y el Empire State coronando la ciudad. Dos de los reclamos de la ciudad de Nueva York, visto desde las alturas y contemplado por millones de personas.
Una lástima que hubiera cristales de protección, me imagino que para que nadie haga una locura, porque aún no lo creáis la gente está muy loca. Es una pena porque las imágenes no salen tan bien, pero uno tiene que acostumbrarse con lo que hay.
Por el lado de Central Park, digamos que es impresionante ver una ciudad tan enorme con edificios extra largos y que alberga en el centro un inmenso parque. Puedes ver sus diminutos lagos (que a ti te parecen pequeños desde semejante altura) y también los árboles. Pero sobre todo la increíble extensión de terreno, el pulmón de la ciudad, la naturaleza albergada en la gran ciudad.

Mis ojos se abrieron de par en par cuando lo contemplé por primera vez. Central Park rodeada de inmensos gigantes que la acorralan y muchos podrían decir que también la protegen (o incluso la tapan). Una visión difícil de olvidar porque es muy relajante. Pero lo mejor es el lado opuesto de Top Of The Rock. 
El Empire State se alza orgulloso en el otro lado, irguiéndose y superando en altura a todos los edificios. De vez en cuando, también se puede ver el Chrysler desde allí y aunque no supera en altura al Empire, sí podemos decir que durante una época fue el edificio más alto de la ciudad. (Debo reconocer que el acabado del Chrysley es mucho más bonito que el del Empire State, pero "shhhhh", no se lo digáis a nadie). 
En este otro lado todo es ciudad, todo son edificios que se alzan y que deben sobrepasar las nubes cuando están bajas. Es un contraste curioso. Por un lado, la naturaleza en estado puro con su "baja altura" y por el otro, tenemos una multitud de edificios, el bullicio, la colosal ciudad.
Después de este grandioso recorrido por "Top Of The Rock", que os advierto tiene dos miradores, uno abajo y otro un pelín más arriba. Pero desde ambos se ve prácticamente lo mismo. Aprovechamos para bajar tranquilamente andando y dejando que la noche cayera sobre nosotros. Nos dirigimos al Empire State, cuando traspasamos las puertas ya había oscurecido y era justo lo que queríamos.

Empire State


El Empire State tiene dos miradores, uno que nos entraba dentro de la tarjeta que habíamos comprado, y otro que tuvimos que pagar aparte. Era el más alto, el que mejores vistas tenía y ni siquiera lo pensamos. Cierto, el ascensor no fue tan sumamente chulo, al menos no el primero.
¡Pero nos dieron una audio-guía en español! Así que aprovechamos para ir viendo la historia del edificio, cómo fue construido, cuáles fueron las cuentas, en qué adaptaciones cinematográficas había salido (como si no lo supiéramos ya) y mil cosas más. Todo muy interesante, sobre todo para amantes de la Historia como yo, pero en definitiva para todo el mundo.

Cuando salimos al primer mirador creí morir de frío. Era de noche, las ráfagas de aire mi hacían llorar los ojos y eso que la capucha de mi abrigo estaba sobre mi cabeza. Pero me tapé bien, cogí mi cámara con manos temblorosas e hice unas cuantas fotos. Después me quedé allí parada, contemplando las luces de la ciudad entre tanta oscuridad e intentando discernir algún coche en la carretera.
Pero el mejor mirador es el último, el más alto y el más impresionante. Empezando por el ascensor porque es de estos antiguos, lo que implica que tiene un hombre que darle con una manivela y eso ya me pareció muy de los años del ya acabado siglo XX. Ese mirador estaba completamente cerrado, pero los cristales no estropearon las fotos, solo impidieron que se pudieran hacer con flash.
Fue espectacular ver la ciudad desde las alturas, ver sus calles iluminadas, contemplar cada cuadradito de luz que iluminaba el piso (o la oficina) de alguien. Y sobre todo saber dónde se encontraba Times Square... Porque ese lugar es como un verdadero foco de luz, una linterna que transporta la luz hacia arriba.

Si Batman tenía un foco para ser avisado en las noches donde los delincuentes hacían de las suyas, Nueva York tiene Times Square para guiar a las personas y saber en todo momento dónde están. Fue impresionante poder ver toda la ciudad desde el Empire State, desde la zona más alta (solo superado por un vuelo en helicóptero) y que te deja sin palabras.
Bajar fue lo más difícil porque yo me hubiera quedado allí durante más tiempo. No tienes límite para permanecer allí, pero una vez que has visto todo, solo te queda bajar y seguir disfrutando de la ciudad. Esa noche cenamos en una pizzería, muy buena tengo que reconocerlo y aprovechamos la noche como los que más.
Otra nueva etapa del viaje. Aún me quedan un par de cosas más que mostraros, pero eso será a lo largo de las estas navidades, que tendré mucho más tiempo para ponerme las pilas y quizá quién sabe. A lo mejor para Año Nuevo o para el día de Reyes quizá haya terminado de contaros mi andadura.