Un cielo rojo ilumina la carretera desértica que conduce a Noswhera. A lo lejos una alta y condensada columna de humo alerta sobre el último de una larga serie de ataques contra los camiones de abastecimiento de la OTAN que cruzan Pakistán. El cuerpo paquistaní de bomberos se afana en mitigar la violencia de las llamas. Los más de cincuenta camiones ardiendo en la carretera han colapsado el lugar. La escena se vuelve a repetir a la largo de la geografía paquistaní.
Si bien en Pakistán existe la tradición de boicotear el paso de los camiones de la OTAN, las mafias de la carretera y el descarado pulso del gobierno paquistaní a su mayor proveedor de ayuda ( Estados Unidos ha canalizado casi 19 millones de dólares en Pakistán desde los incidentes del 11-S ) hicieron saltar la voz de alarma en la comunidad internacional. La violación de la soberanía nacional paquistaní y la continua presión estadounidense para que el gobierno sudasiático inicie operaciones en las áreas tribales de Waziristán del Norte -santuario de la red integrista Haqqani que combate a las fuerzas internacionales en Afganistán-tensaron demasiado la cuerda.
A lo largo del mes de octubre más de 150 camiones ardieron antes de llegar a su destino en Afganistán. Mientras las autoridades paquistaníes apuntan a los talibanes locales, varios analistas internacionales discrepan en la autoría de los atentados y se preguntan por qué no suceden con más frecuencia.
“Los ataques a los camiones de la OTAN son un fenómeno externo que no está relacionado con los grupos talibanes locales como el TTP, sino con los talibanes afganos. El objetivo de estas acciones consiste en destruir el soporte logístico de la OTAN como protesta ante la actitud de las fuerzas de ocupación” explica el analista Talal Masood. Y añade: “Los ataques son utilizados para presionar a Estados Unidos y desacreditar a las autoridades paquistaníes”