En los campos ajenos, la cosecha siempre es más abundante

Por Krusty @CajondeKrusty

¿Has tenido alguna vez envidia? Con seguridad podríamos decir que si, aunque popularmente, es bien sabido que solemos diferenciar entre una envidia sana y una envidia mala, a veces con el fin de justificarnos al entender que este sentimiento tiene una connotación negativa hacia quien la manifiesta y otras porque realmente notamos la diferencia entre lo “benigno” y lo “maligno” de este sentimiento.

Si nos atenemos a su definición, del latín invidĭa, la envidia es el deseo de obtener algo que posee otra persona y que uno carece. Se trata, por lo tanto, del pesar, la tristeza o el malestar por el bien ajeno. En este sentido, la envidia constituye el resentimiento (el sujeto no quiere mejorar su posición sino que desea que al otro le vaya peor), “envidia “maligna”.

Y ¿puede la envidia influir en nuestras tomas de decisiones?

A priori también podríamos afirmarlo, pues todos somos conscientes de que esa envidia, ese deseo desmesurado por obtener lo ajeno, produce otra serie de sentimientos, un cambio en nuestro estado de ánimo, que puede llevarnos, a manifestar un comportamiento dañino con nosotros mismo o a la toma de una decisión incorrecta alejada de nuestras pretensiones.

Para que entendamos como puede actuar el rol de la envidia en la toma de decisiones, os proponemos un interesante artículo de  Jeanette Mola Débora, Reyna Cecilia y Godoy Juan Carlos. El rol de la envidia benigna y maligna en la toma de decisiones estratégicas. SUMA PSICOL. 2015; 22(1):53-61, en el que se propone examinar la influencia de las envidias benigna y maligna en las ofertas del proponente en condición de envidiado y envidioso en un juego, el Juego del Ultimatum. ( En 1982, los economistas Güth, Werner, Schmittberger y Schwarze diseñaron un experimento muy sencillo, que ha posibilitado el estudio cuantitativo de la cooperación y el altruismo en la conducta humana).

En el mismo se exponen varios aspectos que nos harán entender el funcionamiento de un sentimiento tan arraigado en el ser humano.

En primer lugar, en el artículo expuesto, se señala como (Van de Ven et al. 2009,2010) establecen la diferenciación entre la envidia benigna y maligna y asi la primera, parece mostrar una motivación en la persona envidiosa para realizar mejoras sobre sí mismo (en el atributo deseado) para lograr alcanzar la posición superior en la que se encontraba el envidiado, esto pues parece concordar con lo que habitualmente entendemos cuando nos referimos popularmente al hecho de sentir un “envidia sana”, respecto a la situación que presenta otra persona de nuestro entorno o afín. La otra la  “maligna”, parece mostrar otro tipo de motivación, en una línea contraria, destructiva, esto es, dirigida a “tirar hacia abajo”, enviar, colocar en una posición inferior al envidiado.

Otro aspecto interesante, es la exposición que se hace de las distintas teorías relacionadas con la toma de decisiones y asi entre otras se citan las teorías clásicas que llegan a asumir como las decisiones pueden verse influenciadas por las consecuencias de las emociones esperadas, omitiendo la influencia de las emociones inmediatas, esto es, las emociones experimentadas en el momento de la toma de decisión, como puede ser la toma de una decisión bajo el sentimiento de envidia.

El diseño empleado, fue un diseño factorial incompleto, Trochim & Donnelly, 2007 y aunque el comportamiento de las personas envidiadas ha sido escasamente indagado en el campo de estudio de la envidia (Van de Ven et al. 2010), en relación a la toma de decisiones en el Juego del Ultimatum, se han obtenido unos resultados interesantes.

En primer lugar, los proponentes, son conscientes del rechazo de ofertas injustas, ofreciendo cantidades de dinero justas y motivadas, no solo por sus propios beneficios sino también por consideraciones de justicia y equidad.

Se observó como a menor cantidad de dinero ofertado y mayor expectativa de recibir una oferta alta, mayores son las puntuaciones de ira, desprecio y envidia que experimenta el respondedor, y como la intensidad de las emociones negativas aumenta la probabilidad de rechazar una oferta.

Se observó que los participantes que experimentaron mayor grado de preocupación por ser envidiados, ofrecieron mayor cantidad de dinero a su compañero asociado en el Juego del Ultimatum. Si bien es cierto que las personas que creen o temen ser envidiadas compartirían su ventaja para apaciguar a las envidiosas, Foster (1972) sostiene que a menudo es imposible, debido a que muchas ventajas no se pueden compartir (por ejemplo la nota en un examen).

Entre otros resultados, estos expuestos han sido obtenidos en el trabajo desarrollado en la toma de decisiones del Juego del Ultimatum, pero a buen seguro cualquiera de nosotros podríamos extrapolar alguna de estas situaciones a nuestro día a día, como por ejemplo ese altruismo innato que aparece posteriormente a la preocupación por no sentirnos envidiados.

En cualquier caso y aunque este tipo de trabajo se haya realizado sobre la toma de decisiones en un simple juego, a buen seguro podremos establecer nuestras propias conclusiones y decir que aunque la envidia sea considerada como una experiencia hedónica desagradable, esta ha podido surgir en alguna ocasión a lo largo de nuestras vidas, en mayor o menor grado, en mayor o menor benevolencia.

Enlace:
El rol de la envidia benigna y maligna en la toma de decisiones estratégicas

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