Se juntaron en el mismo carro unos juntaletras que cometen faltas de ortografía hasta pensando, unos vociferantes de micro alquilado y voz a sueldo, y algún especimen sin trabajo no por malo, sino por peor que ha encontrado refugio en un garito de ex árbitros orgullosos de llevar la camiseta blanca debajo de la negra y de otros que saciaban su impotencia con tarjetas de colores siempre con los mismos destinatarios.
odio(del que a ellos les sobra) en cada artículo, en cada comentario, en cada programa. Buscaban la duda, una media no levantada en un partido, una mirada hacia un punto diferente cuando el himno sonaba, una frase sacada de contexto, un comentario que pudieran malinterpretar,cualquier cosa servía para el objetivo final.
Se reían con un "polaco el que no bote", no se molestaban con un "puta Barça y puta Cataluña" o jaleaban una comida en la que se cantaba aquello de "no tienen huevos" refiriéndose al rival de la ciudad por considerarlo parte de la libertad de expresión pero se rasgaban las vestiduras por un "Cristiano borracho".
Y el comentario gracioso de Piqué "contigo empezó todo" que en sus pobres cerebros sonó a insulto al madridismo fue el pistoletazo de salida para no hablar de fútbol, para no reconocer el triplete, para que se apagaran los ecos del éxito culé y poder disimular el ridículo de los suyos.
Llevaban dos semanas(la del título de liga hablando de la pelea de Neymar y en el de copa de la lambretta y los pitos), buscando a los jugadores culés para preguntarles por los pitos, como a Cristo con la moneda del César, para que si contestaban que no querían los pitos lanzarlos contra sus aficionados, si estaban a favor lanzarlos a los otros, y si pedían hablar de fútbol, acusarlos de tibios y que vomitarlos fuera más fácil de asumir.
Sentirse orgulloso de ser catalán, acudir a una fiesta en su país (otra palabra que les produce sarpullidos), llevar una senyera y opinar que hay que votar y que sea el pùeblo el que decida. Y es que, lo de votar, a algunos sigue pareciéndoles un crimen.
Fueron sembrando desde la mañana hasta el ocaso, y hasta los periodistas del madridismo razonablemente moderado vieron la ocasión de ganar puntos para poder subirse al carro.
Poco a poco gente aparentemente normal no quiso quedarse sin su ración de fama, y buscaron el sobre extra, la ayuda contra la crisis. Y con excusas políticas, de si unos eran separatistas o dejaban de serlo, estigmatizaban a todos sin saber que los que verdaderamente tenían ese sentimiento agradecían los insultos genéricos en la medida en que arrastraba más gente a la causa.
Primero fueron los catalanes, por serlo, luego los culés del resto de España también entramos en la lista de sospechosos, y la mancha iba extendiéndose. En cada programa de esos nocturnos la alabanza a unos y los insultos al Barça eran parte del paisaje. Inasequibles al desaliento, cada victoria del Barça iba precedida por un rumor, un invento, un ataque.
Ahora el sector moderado piensa que "tal vez haya que echar el freno" no vaya a ser que Piqué se canse(porque saben que los otros van a seguir pitando) y les sale la vena periodística Algunos recuerdan sus tiempos en la facultad y aquel decálogo olvidado, en el que la verdad y la objetividad se escribían en negrita. cuando ninguno de ellos se planteaba vender el alma al diablo. Y algunos se arrepienten de haberla regalado a un Mefístofeles vestido de Armani a cambio de poder ladrar en público y que algún ultra le pida un autógrafo mientras le dice lo feliz que sería entrando con una cabra por la Diagonal.
Se les fue la mano, se les atravesó la bilis y lo malo es que seguiremos pagándolo el resto.
Pero lo que de verdad les cabrea, no es Kevin ni Piqué ni la senyera.