FICHA DEL FESTEJO
GANADO: Seis erales de Juan Antonio Ruiz Espartaco, bien presentados, algunos con hechuras de utreros, noblotes en líneas generales, a excepción del complicado sexto, destacando sobre el resto primero, al que se le negó por la presidenta una vuelta al ruedo, que sí se concedió para los lidiados en segundo y cuarto lugar.
JOSÉ DAVID GÓMEZ (Escuela Taurina de Atarfe): Estocada recibiendo ligeramente caída y tendida (dos orejas).
EMILIO MOLINA (Escuela Taurina de Espartinas): Estocada y seis descabellos (una orejas tras un aviso).
JESÚS ÁLVAREZ (Escuela Taurina de Camas): Estocada tendida y trasera (dos orejas).
RAFAEL REYES (Escuela del Círculo Taurino de Córdoba): Estocada caída (dos orejas y rabo).
LAMA DE GÓNGORA (Escuela Taurina de Sevilla): pinchazo, estocada caída y dos descabellos (una oreja tras un aviso).
CARLOS ARANDA (Escuela Taurina de Baeza): Estocada trasera, caída y contraria; estocada atravesada que asoma por el costilla; y un descabello (vuelta al ruedo tras un aviso).
PLAZA: Los Donceles (Lucena). Más de media entrada en tarde de temperatura agradable. Segunda novillada del ciclo organizado por la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas, con la presencia de la cámaras de Canal Sur TV.
¿Cómo en quince días se puede pasar de una faena ramplona a toda una demostración de técnica y hasta cierto gusto y pellizco cada vez que recetaba un pase?. El Rafael Reyes del pasado sábado en Lucena fue radicalmente distinto al novillero casi ramplón que tuvimos la ocasión de ver en Los Califas la pasada feria, en la que pese a la oreja que obtuvo no dijo nada. Lo del sábado en el coso lucentino fue otra cosa bien distinta, y con las cámaras de Canal Sur para dejar constancia que el novillero cordobés puede pisar fuerte y escribir páginas importantes a poco que le acompañe la suerte.
Y claro, la del otro día fue toda una suerte porque el eral que el sorteo matinal emparejó con Rafael Reyes era todo un caramelo: noble hasta decir basta, con el hocico por el albero y siguiendo los engaños sin ninguna duda. Aún así, en el capote se le vieron algunas cositas por el pitón izquierdo luego corroboradas con la muleta, ya que en mitad del pase comenzaba un molesto cabeceo que deslucía en parte la labor del novillero.
Pero ahí estuvo Reyes, corrigiendo ese defecto a base de mucho temple, de saber en cada momento darle el sitio y, sobre todo, el tiempo que pedía su oponente, bravo como se ha dicho anteriormente, y que pedía guerra y más guerra. Y vaya si se la dio Rafael enjaretando varias tandas de naturales de lujo, gustándose en cada una de ellas, para luego cambiar a la diestra y seguir subiendo peldaños en una actuación que rubricó con un espadazo, algo caído todo hay que decirlo, que le hicieron merecedor de los máximos trofeos, invitando al ganadero y al mayoral a que lo acompañaran en una triunfal vuelta al ruedo, como antes había hecho el eral.
Bien Rafael Reyes que cambió radicalmente de registro con respecto a su actuación en Córdoba, pero sobre todo de sobresaliente el encierro que Espartado mandó a Lucena, con tres erales de lujo, porque aunque a dos se le reconociera su bravura y juego sobre el albero con una vuelta al ruedo (segundo y cuarto), tal vez el que más la mereció fue el que abrió plaza, al que José David Gómez dejó casi inmaculado por el pitón derecho, ya que estructuró toda su faena por la diestra, con largas tandas bastante bien rematadas con el de pecho. Aún así, faena en el argot de más a menos, y otro pedazo de estocada, en este caso recibiendo, que pusieron las dos orejas en las manos del alumno de la Escuela Taurina de Atarfe, magníficamente secundado en la lidia por El Ruso.
Y con un inicio tan prometedor, saltaba el segundo de la tarde, otro gran eral, al que Emilio Molina no entendió en ningún momento, realizando un toreo muy mecánico que no caló en los tendidos, algo muy complicado dada la benevolencia de la concurrencia. Para colmo andó fallón con los aceros, lo que no fue óbice para recibir como premio una oreja, mientras que desde el palco, esta vez acertadamente, se premiaba al eral con una vuelta al ruedo. Queda dicho el comportamiento de toro y torero.
Junto a Rafael Reyes, el otro destacado de la tarde, en cuanto a su concepto del toreo, fue Jesús Álvarez, de le Escuela de Camas, que anda aún verde con los palitroques pero que en la muleta ofreció varios pasajes con tandas de torero de pellizco, mejor con la diestra, ya que por el pitón izquierdo su oponente se coló en dos ocasiones, la segunda propinándole una voltereta de la que salió indemne. Enrabietado, Álvarez daba por terminada con otras dos buenas tandas una actuación que dejó un buen regusto y que fue premiada con dos orejas.
Completaban el cartel Lama de Góngora, de la Escuela Taurina de Sevilla, que tras un buen saludo capotero, diluyó con la muleta, entre desarme y desarme, las buenas vibraciones que había despertado, mientras que Carlos Aranda, de la Escuela Taurina de Baeza, no tuvo la suerte de sus compañeros y le tocó bailar con la más fea, un eral complicado y que exigía más oficio. Lo intentó Aranda pero se quedó entre el quiero y no puedo, fallando en el tramo final con la espada lo que, como andaba la tarde, podría haber sido otra oreja, contentándose con una calurosa vuelta al ruedo, como epílogo a una entretenida tarde, en la que el cordobés Rafael Reyes demostró que cuando quiere, es capaz de lo mejor.