En modo "Tinta y oro"

Publicado el 06 abril 2011 por Njimenez79

Llevaba yo una racha más o menos digna de escribir a menudo. De solazarme con la tecla. Pero el tiempo se echa encima y el parto tiene los días contados: Tinta y oro está a punto de caramelo y su madre tiene cada vez más nervios y menos tiempo.
Ayer acudí por el escenario del alumbramiento: de pronto, la Sala Antonio Bienvenida de Las Ventas me pareció un espacio inmenso, de dimensiones casi siderales, imposible de llenar. Cierto es que el cartel de la presentación no puede estar mejor rematado –y mira que me jode parecerme a Choperita Jr en eso de echarme flores, pero es que es verdad: Carmen Rigalt, Juan Miguel Sánchez Vigil, Carlos Abella, Clea Moreno (mi editora) y Cristina Saavedra como presentadora del acto. Y como cierre, la guitarra inmensa del más inmenso aún Pablo San Nicasio. No le puedo pedir más a la vida–, pero Madrid es Madrid hasta para hacer el paseíllo con un libro bajo el brazo. Y el compromiso acojona.
La presentación de carteles isidriles no dio ni de sí ni de no –y mira que es difícil no dar ná de ná–, pero me sirvió para poner cara –y voz– a Almudena Hernández y a Julia Rivera. Almudena, la twittera más taurina de Servimedia, me contó aspectos muy interesantes de su tesis doctoral sobre crónicas de actuaciones de Joselito y Julia me animó a dar caña en mis próximos artículos burladeriles. A mí no es que me hagan falta títeres para bailar, pero de vez en cuando viene bien que alguien te dé una palmadita en la espalda de la conciencia rebelde.
Lo recordé mientras entrevistaba a Rosetta Forner, la hada madrina más simpática y echá p'alante que he conocido nunca. Hay que tener personalidad, dice, o te condenas a ser una rana cocida. Y sin príncipe azul que te bese y te convierta en princesa -¿o eso era a la Bella Durmiente? Es que ya me han contado tantos cuentos que los confundo todos–.
Y como la tarde bajaba literaria, la terminé en una presentación de lujo –a ver si se me pega algo–: la del nuevo libro de Anya Bartels-Suermondt, Cayetano. Espejos en la arena (Libros Cúpula). José Ribagorda insistió en que vendría a la de una servidora. A Anya ya la tengo apuntada en la lista –no me falles, amiga–. Ana Mayoral no se pierde una, así que no le consentiré que me deje plantada en mi alternativa. A las hermanas Padín les guardo sitio –ya me han preguntado todo lo preguntable sobre los diferentes toreros que aparecen en Tinta y oro y yo, al contrario que Umbral, siempre tengo que decirles que no he venido aquí para hablar de mi libro– y a Verónica Zabala y Almudena Hernández –con quien tengo el gustazo de compartir amistad con Verónica de Haro, incombustible embajadora londinense de la Fiesta–, ídem de lo mismo.
Cuento los días... y no me llega el Valium.