Nada se encuentra a resguardo de la reforma de la Administración Pública que el Ejecutivo ha puesto en marcha. Y menos aún el conglomerado de fundaciones existente en el Estado. La culpa la tiene el agujero en el que se han convertido sus resultados una vez que la crisis ha segado la mayoría de las subvenciones. Según fuentes de La Moncloa, el Gobierno no descarta incluso que desaparezcan «todas aquellas que carezcan de un interés público digno de protección» o cuya labor no esté resultando «eficaz» para alcanzar su propósito.
La propuesta de cuál se cierra y cuál no está en manos de la nueva Comisión para la reforma de la Administración Pública que está analizando en qué situación se encuentra y a qué se dedica cada fundación. El próximo 30 de junio, como muy tarde, elevará sus conclusiones a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, qué decidirá los pasos a seguir.
No es de extrañar que el Ejecutivo haya puesto el foco sobre este conglomerado. Según el informe del Tribunal de Cuentas sobre la Cuenta General del Estado del año 2010, la última fiscalizada, 23 de las 48 fundaciones cerraron el ejercicio con pérdidas sumando, en conjunto, un saldo negativo de 30 millones. Una cifra imposible de equilibrar con los ocho millones conseguidos entre las 21 fundaciones que sí acabaron el año con ganancias. Solo cuatro lograron acabar en equilibrio. Así, y pese a haber cerrado 2009 con un saldo positivo de 12,9 millones, el sector público fundacional ofreció en 2010 un saldo negativo de 22 millones antes de impuestos, según el Tribunal de Cuentas.
El carbón, gran agujero
Es más, el balance real puede ser aún más negativo ya que ocho fundaciones ignoraron las reclamaciones del organismo fiscalizador y no le remitieron sus estados contables, que no pudieron ser incluidos en el citado informe. Fueron CIENER-CIEMAT, Entorno, Empresa y Medio Ambiente, Iberoamericana para el Fomento de la Cultura y Ciencias del Mar, Instituto portuario de estudios y cooperación de la Comunidad Valenciana, Juan José García, Museo Cerralbo, el Centro Español de Estudios de América Latina y Estudios de postgrado en Iberoamérica —estas dos últimas en proceso de extinción—.
Las mayores pérdidas las apuntó la Fundación para el Desarrollo de la Formación en las Zonas Mineras del Carbón con 10,9 millones, seguida del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovascualres Carlos III con 9,1 millones, la Fundación del Teatro Real con 5,2 millones o la Fundación Laboral para la Prevención de Riesgos Laborales con 1,3 millones. Además, seis instituciones cerraron el ejercicio 2010 con fondos propios inferiores a su dotación fundacional: las fundaciones Colección Thyssen Bornemisza, Laboral SEPI, Museo Do Mar De Galicia, Almadén, Ferrocarriles Españoles y Efe. En el otro extremo de la balanza se colocaron la Fundación para el Desarrollo de la Investigación Genómica y Proteómica con un excedente positivo de 2,6 millones, la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas con 1,3 millones o la Fundación ICO con 1,1 millones.
Deuda disparada
No solo el agujero que presentan las fundaciones es importante. También lo es su endeudamiento que se disparó a una tasa acumulada del 42 por ciento entre 2008 —cuando alcanzó los 297 millones—, hasta los 423 millones en que cerró el ejercicio 2010. Tal es así, que su ratio de endeudamiento medio es más del doble de lo recomendado.
Las que presentan mayor volumen de endeudamiento son el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas Carlos III que acumula el 20 por ciento del endeudamiento total agregado de este conglomerado, seguida por la Fundación para la prevención de riesgos laborales con el 13 por ciento, y la Fundación internacional para Iberoamérica con el 9 por ciento. No obstante, las instituciones con un ratio más delicado —deuda sobre patrimonio— son la Fundación General de la UNED, la Fundación para la Prevención de los Riesgos Laborales y la Fundación Residencia de Estudiantes.
Fuente: abc.es/ANA I. SÁNCHEZ / MADRID
Fotografia: ABC (modificada)