¡En Pelotas! (Parte 3)

Publicado el 05 marzo 2013 por Bebloggera @bebloggera

Por Mandy desde Luxemburgo 

Hace un año y medio una amiga chilena me vino a visitar a Luxemburgo. Durante esa ocasión experimenté uno de mis primeros grandes shocks culturales en Europa: ir a un sauna mixto en pelotas. De esa experiencia escribí un par de entradas que las pueden leer acá.Como resumen, les digo que nunca he sentido tanto pudor en mi vida. Yo me creía la chica que todo lo probaba y a la que nada le daba vergüenza. Craso error. Entre los montones de penes de todas las edades, con mis tetas y "pussy" al aire, evitaba en lo posible mirarle a los ojos a la gente que me SALUDABA (¿por qué me saludaba la gente?). De ahí que nunca más se me cruzó por la cabeza ir a un sauna en esta parte del mundo. Pero hace un mes que eso cambió

Sorry boys, no compartiré mi cuerpo con ustedes en esta oportunidad.


La mejor amiga de mi novio, Annie, me invitó a que fuéramos al "Miércoles Femenino" de un centro de wellness cerca de su casa. Esto suponía que, una vez más, mis partes y las de la gente que me rodeaba estarían 100% au naturel, solo que esta vez no tendría que soportar una oleada de miembros masculinos que asaltaran mi mirada y mi fragil mente. Así que, tras pensarlo un poco y teniendo mi nueva resolución de año nuevo, "atrévete-te-te", firme en mi corazón di el sí a esta invitación.
Annie me pasó a buscar al trabajo en su Smart Car. Copuchamos alegremente en el camino y a los diez minutos llegamos a un lugar en un cerro, ya de noche, todo design con luces transparentes que iluminaban ténuemente el parking. Era un tranquilo edificio de dos pisos, con una bellísima piscina climatizada en la entrada. En la recepción nos pasaron unos brazaletes electrónicos y nos dirigimos a los vestuarios en el segundo piso. Ahí, nos desvestimos, yo nerviosa porque, pucha, era la mejor amiga de mi novio toda regia y tatuada y yo, con mi guatita, me acomplejaba. Pero el pudor me duró poco y nada. El camarín era pequeño y no había nadie, así que apenas pasamos por la primera puerta mi corazón y mente se tranquilizaron al ver pequeños grupos de mujeres, de todas las formas y edades, unas paseándose con batas y otras desnudas entre saunas... El ambiente era ultra acogedor, calentito y habían ricos olores mentolados y florales por doquier. Más encima había música relax, asientos de todo tipo y mini ambientes chill out donde leer libros. Súper duper todo el rato.Annie, experta en saunas, me introdujo a cada uno poco a poco. Empezamos con el menos caluroso y húmedo, finalizando con el mega-power sauna que les juro que casi me ahogo pero sobreviví y me sentí tan, tan bien después que quedé adicta. La que más me gustó fue uno mentolado, en el que entró una chica ligera de ropas y con una manta azotaba el aire húmedo y caliente, para que a todas nos llegara un golpe de mentol y eucaliptus. Aplaudimos a la "maestra" al finalizar la sesión. También había una terraza al aire libre con asientos de playa muy cómodos, donde poder pasar un rato el calor acumulado en el cuerpo. Ahí nos quedamos un rato con Annie hablando de cosas de minas, envueltas en toallas. Después cruzamos la terraza y nos metimos en una habitación con varias camas, donde se podía leer o escuchar música con audífonos. Cada cama tenía una manta para taparse. También pasamos al mini restaurante y nos comimos unos paninis vegetarianos. Yo me sentía tan relajada, suavecita y olorocita que todo rastro de incomodidad y vergüenza se habían desechado varios saunas atrás.Fue una experiencia tan distinta a la incomodidad que sentí hace año y medio. Realmente hace toda la diferencia ser introducida a algo culturalmente distinto por una local que, más encima, resulta ser cada vez más buena gente a medida que pasa el tiempo viviendo en este país (que a veces parece Mordor), pero que en realidad es mucho más The Shire. ¡De seguro iré de nuevo!