MOVIMIENTOS PELIGROSOS
El petrolero sorprendió con su acercamiento a quien afronta una causa penal y viene en declive como dirigente.
Quintriqueo soportó en carne propia la descalificación más cruel que puede llegar a recaer sobre un dirigente gremial: la de carnero. Fue cuando -en medio de la pandemia- un sector de los trabajadores de la Salud se hartó de su parsimonia y se subió a la ruta para expresar sus reclamos. Ese día las bases desbordaron a la conducción. Ese día nacieron los elefantes y, también ese día, avanzó la decadencia de este dirigente que va rumbo al banquillo.
Diciembre fue de festejo para la inmensa mayoría. Y de suplicios para Quintriquieo. En el terreno gremial perdió la Junta Interna del Ente Provincial de Agua y Saneamiento (EPAS), donde la lista Azul Obrero obtuvo el 74% de los votos; y le fue aún peor en los comicios para la Junta Interna de ATE del hospital de Cutral-Co y Plaza Huincul, donde ni siquiera pudo presentar candidatos.
Mientras que en lo judicial padeció la audiencia de formulación de cargos en la causa por usurpación, que lo tiene como acusado de haber atacado y robado instalaciones de tres radios del grupo Prima Multimedios. El ataque lo perpetró frente a testigos, cámaras del canal 24/7 y efectivos de la policía que no cumplieron con su obligación de evitar los daños. Se trató de un ataque liso y llano al derecho constitucional a informar y ser informado -garantía misma de la democracia- por el que ahora se encamina rumbo a un eventual juicio.
Entonces, de avanzar en la simbiosis con Quintriqueo, Pereyra no hará otra cosa más que asegurarse un lastre. El antecedente es lapidario: para las elecciones de gobernador de 2019, Quintriqueo expresó su apoyo a Sergio Rodríguez, ex diputado provincial y secretario general del Centro de Empleados de Comercio. Rodríguez acreditaba y acredita consenso en el gremio y dentro de un sector del PJ; pero terminó literalmente último, debajo de Priscila Otton, quien se presentó como candidata del MTS, por fuera del Frente de Izquierda (FIT).