FICHA TÉCNICA:
Dirección: Rob Cohen
Guión: Marc Moss, Kerry Williamson
Música: John Debney
Fotografía: Ricardo Della Rosa
Montaje: Matt Diezel, Thom Noble
Dirección artística: Charles Varga
Diseño de vestuario: Abigail Murray
FICHA ARTÍSTICA:
Monica Ashe : Rachel Nichols
Picasso: Matthew Fox
Daramus Holiday: Giancarlo Esposito
Dr Alex Cross: Tyler Perry
Leon Mercier: Jean Reno
Tommy Kane: Edward Burns
Argumento:
Alex Cross es un inspector de policía especializado en homicidios, aunque con una gran capacidad de análisis a la hora de comprender las motivaciones y la forma de actuar de los criminales. Pero ésta vez se debe enfrentar a un psicópata que le pondrá en jaque amenazando no sólo a sus compañeros, sino su propio mundo personal: su familia. Cross tendrá que hacer uso de toda su capacidad para atrapar al asesino en el juego del ratón más peligroso y fatal.
Estamos ante un thriller lleno de adrenalina que busca establecer un duelo entre dos hombres que va más allá del mero enfrentamiento físico. El malo en cuestión es un psicópata que se hace llamar Picasso y posee una refinada técnica para matar y causar dolor. Sus motivaciones, siempre oscuras, por desgracia nunca quedan claras; aunque en un principio parezca que su objetivo pueda ser una venganza. El protagonista será el encargado de detenerle y, francamente, el Dr Cross, interpretado por Tyler Perry se me antoja lo más digerible de la película. Luego está por ahí Jean Renó en su papel de francés millonario y víctima, imagino que está en el film porque es el único actor galo que tradicionalmente se asocia a este tipo de cine, fuera de Europa.
Porque aunque el esquema sería el de un western moderno, el conflicto se limita a la crueldad de un asesino que además, escapa a cualquier análisis psicológico, torpe o no; y ya se sabe que cuando no hay malo bien construido, la caza se vuelve aburrida. ¿La excusa? Picasso es un profesional, y ya tenemos el terror por el terror, y las acciones más crueles quedan así justificadas, buscando llevar al espectador hacia el camino de la impotencia, simplemente.
Impotencia de ver cómo al final todo se soluciona con un par de giros inesperados. Y es que, el que suscribe, quedó estupefacto al ver cómo el psicópata se limita a ser una imitación muy mala de cierto villano caótico del mundo del cómic, muy de moda últimamente gracias al cine; y si no fuera porque de vez en cuando existe alguna subtrama donde las relaciones humanas son lo importante, uno tendría la impresión de que todo se limita a hilar secuencias trepidantes y de mucha acción. Lo uno y lo otro conjugan mal y el ritmo de la película se resiente.