FICHA TÉNICA:
Dirección: Nick Murphy
Guión: Nick Murphy, Stephen Volk
Producción: Sarah Curtis, Julia Stannard, David M. Thompson
Fotografía: Eduard Grau
Montaje: Victoria Boydell
FICHA ARTÍSTICA:
Florence Cathcart: Rebecca Hall
Robert Mallory: Dominic West
Maud Hill: Imelda Staunton
Isaac Hempsted-Wright: Tom
Argumento:
Florence Cathcart (Rebecca Hall) dedica sus energías a desmontar presuntos fenómenos sobrenaturales sirviéndose de sistemas metódicos y racionales. Cuando uno de los maestros del internado de Rookwood, Robert Mallory (Dominic West), le pide en nombre de la institución que visite el centro en la campiña inglesa para investigar las supuestas apariciones del fantasma de un niño, ella acepta el reto. Una vez allí, empiezan a desvelarse algunos secretos y el misterio que rodea al fantasma parece no ser más que una broma de niños. Sin embargo, cuando Florence está lista para marcharse, vive un escalofriante encuentro que desafía toda explicación racional…
Asustada y confundida, Florence está dispuesta a llegar al fondo de la cuestión y decide quedarse en el internado durante las vacaciones de Navidad acompañada únicamente de la enfermera que solicitó su colaboración (Imelda Staunton), un niño cuyos padres no pueden hacerse cargo de él durante las vacaciones (Isaac Hempstead-Wright) y el profesor Mallory, quien tras luchar en la Gran Guerra vive perseguido por la culpa y las visiones del pasado. A medida que los lazos con Mallory se estrechan y la soledad que comparten alimenta su atracción mutua, juntos reúnen fuerzas para plantar cara a sus demonios.
Una mujer con un pasado oculto, un enorme caserón del siglo XIX transformado en colegio y extraños sucesos durante la noche. La maldición de Rookford nos presenta un thriller de sucesos paranormales con los ingredientes clásicos del género.
La originalidad de la película reside en el establecimiento del tema y cómo se desencadena la trama. Florence Cathcart (Rebeca Hall) es una mujer que se dedica a desenmascarar a falsos espiritistas y dar explicaciones a sucesos aparentemente fantásticos. El personaje se nos presenta como una mujer de ciencia que intenta por todos los medios arrojar algo de luz a una época tan lúgubre como la posguerra en la que naciones enteras seguían llorando a sus muertos. Pero, lo que no tenemos claro es de dónde viene la obsesión de esta mujer por buscar la verdad.
La cuidada realización y las sólidas interpretaciones es lo que hacen de esta película un producto muy pulido y bien conseguido. La frialdad de la fotografía, que saca el máximo partido al enclave – el caserón vacío, el verdor de la campiña inglesa y las atmósferas tensas y románticas que crean la luz taimada de los días nublados y nebulosos – unida a una narración bien compactada consiguen que hasta escenas rodadas a plena luz den miedo.
Quizás el desenlace final no sea tan satisfactorio y efectista como en otros ejemplos del género – Los otros (Alejandro Amenábar, 2001) – pero el camino hacia él es tan entretenido que merece la pena hacerse.