En profundidad: Las nieves del Kilimanjaro

Publicado el 27 abril 2012 por Pilarm

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Robert Guédigian

Guión: Robert Guédigian, inspirado en un poema de Victor Hugo.

Producción: Michel Vandestien

Fotografía: Pierre Milon

Montaje: Bernard Sasia

FICHA ARTÍSTICA:

Marie-Claire: Ariane Ascaride

Michel: Jean-Pierre Darroussin

Raoul: Gerard Meylan

Denise: Marilyne Canto

Christophe: Grégoire Leprince-Ringuet

Argumento:

A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito.

Me pregunto por qué cuando los americanos utilizan en su cine el buenismo se les tacha de hipócritas y sensibleros, y cuando lo hacen los europeos es educación y compromiso. Entiendo que en los tiempos que corren las posturas se radicalizan. El cine comercial está obesionado con las distopías y cómo será el mundo después del Apocalipsis; y el independiente, por otro lado, se deja llevar por la esperanza de que todavía queden personas decentes en el mundo.

No soy tan cínica como para pensar que no quedan personas como Michel y Marie-Claire en el mundo, y Dios me libre de pensarlo alguna vez. Pero, por otro lado, semejante torrente de bondad y responsabilidad se me hace un poco bola. Y es que, aunque el robo sea injustificable, la autocomplacencia y superioridad moral de los personajes maduros que vivieron el Mayo del 68 y demás, toca bastante las narices porque el director no arroja ni un ápice de esperanza ni de confianza sobre nuestra generación. Pasa de la generación de los abuelos a la de los nietos, dando por sentado que sí, mal que nos pese, somos una generación perdida.

No voy a ser yo quien les quite los méritos a la generación de mis padres. Se partieron los cuernos para llegar a donde estamos (o a donde estábamos hace unos años, mejor dicho); y tienen todo el derecho del mundo a darse un descanso y disfrutar de la vida; pero como veinteañera larga indignada, cabreada y con la esperanza colgando de un hilo, no me veo con ganas ni fuerzas de pasar por este aro.