En profundidad: Objetivo: La Casa Blanca

Publicado el 07 mayo 2013 por Pilarm

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Antoine Fuqua

Guión: Creighton Rothenberg, Katrin Benedikt

Producción: Gerard Butler, Ed Cathel III, Mark Gill

Fotografía: Conrad W. Hall

Montaje: John Refoua

FICHA ARTÍSTICA:

Mike Baning: Gerard Butler

Presidente Asher: Aaron Eckhart

Connor: Finley Jacobsen

Forbes: Dylan McDermot

Kang: Rick Yune

Portavoz Trumbull: Morgan Freeman

Argumento:

Tras un accidente en el que sólo consigue salvar la vida del Presidente Asher (Aaron Eckhart), el agente del Servicio Secreto Mike Banning (Gerard Butler) decide dejar su puesto para trabajar en el Departamento del Tesoro. Pero, cuando un comando norcoreano liderado por Kang (Rick Yune) ataca la Casa Blanca y toma como rehenes al Presidente y a su equipo, Banning se verá obligado a entrar de nuevo en acción.

Los fans del cine de acción de los 80 y los 90 están de enhorabuena porque Antoine Fuqua ha hecho todo lo que ha podido para traerlo de vuelta en Objetivo: La Casa Blanca. Ataques terroristas – esta vez de norcoreanos locos -, maquetas explotando, un héroe caído en desgracia que se redime en una aventura épica en solitario repartiendo hostias como panes, símbolos americanos que saltan por los aires, un panel de altos cargos que son incapaces de controlar la situación, y la lista continua.

Resumiendo, Objetivo: La Casa Blanca no reúne más clichés del cine de acción porque no puede, porque no hay más. Es tan exagerada en su planteamiento y desarrollo que es del todo irreal, con un patriotismo tan exarcebado que da risa probablemente hasta a los propios americanos, y una trama el todo previsible que, aunque se establece de forma bastante solvente, luego no tiene nada más que ofrecer que el hecho de ver a Gerard Butler cargándose a los malos uno por uno.

Dicho todo esto, la película es bastante divertida, con un ritmo acelerado pero sin miedo a tomarse su tiempo para las cuestiones que lo requieren -que no son muchas, todo sea dicho-, y que nunca llega a aburrir, a pesar de su falta de sutileza.