FICHA TÉCNICA:
Dirección: Mohamed Al-Daradji
Guión: Mohamed Al-Daradji, Jennifer Norridge, Mithal Gazhi
Producción: Isabelle Stead, Atia Al-Daradji, Mohamed Al-Daradji
Fotografía: Mohamed Al-Daradji, Duraid Al-Munajim
Montaje: Pascale Chavance, Mohamed Jbara
FICHA ARTÍSTICA:
Ahmed: Yasser Taleeb
Um-Ibrahim: Shehzad Hussen
Musa: Bashir Al-Majid
Argumento:
Ahmed, un niño kurdo de 12 años, recorre las carreteras del norte de Irak con su abuela. Ambos buscan al padre del niño, un soldado arrestado por la Guardia Republicana de Saddam al final de la Guerra del Golfo. En su búsqueda se cruzan con otras personas en la misma situación; todos viajan en busca de alguien, de una nueva vida y de un futuro.
Pocos días después de haber visto Son of Babylon, mi hermana me dijo que habían asesinado a un amigo suyo de una puñalada en las fiestas de su pueblo, cerca de Madrid.
Os preguntareis que qué tiene que ver esto con la película, pues bien, tiene bastante que ver, porque así como estamos hartos de ver en las noticias este tipo de sucesos, es muy diferente la sensación que se tiene cuando le pones nombre y cara a la víctima en cuestión. Y eso es lo que pretende hacer Son of Babylon; ponerle nombres y caras a algo que en nuestro día a día sólo son números en el telediario o el periódico.
Ambientada días después de la caída de Saddam en Irak, nos encontramos con una especie de road movie en la que Ahmed y su abuela se embarcan en un viaje a través del desierto en busca del padre (y a su vez el hijo) desaparecido.
Una historia que refleja con realismo la realidad del país en esos días, y la realidad de un niño en la que cabe todo, la desesperación, la ira, la ternura, la risa y la pérdida de la inocencia a una edad demasiado temprana.
Si no supiéramos que es una ficción casi podríamos encontrarnos delante de un documental en el que la cámara se limita a mostrar lo que pasa sin nigún tipo de interrupción, ni intrusión del equipo técnico. La luz del desierto y los paisajes se convierten no sólo en marco, sino también en personaje y metáfora de la escasez y la soledad.
Ni siquiera estoy segura de que los actores sean profesionales, porque tienen la frescura y la naturalidad de los que lo han vivido en primera persona.
Si eres de los que disfruta evadiéndose con las películas no te recomiendo ésta, porque es un auténtico planchazo en la cara.