Todos conocemos la realidad de las aulas con más de 35 alumnos y lo que significa trabajar con personas en formación, el estar atentos a la información que le debemos a los padres, prestar la oreja a las familias y sus problemas (¡que son los problemas de nuestros alumnos!), la necesidad de abrazos y cariño que muchas veces tienen los chicos que ven bloqueado su aprendizaje por diferentes motivos. Ahora veamos detrás de todo esto a un docente de pie mucho más tiempo del recomendado, viajando rápidamente de una escuela a otra, descuidando la voz ( herramienta de trabajo principal),sin poder ir al baño durante 4 horas o tomar un mate cocido para llenar el estómago, no victimizo: exijo respeto por la salud del trabajador.
También debemos prestar especial atención a las enfermedades psicológicas, tal vez no sean tan visibles pero cuando llegan pegan fuerte en el trabajador y su entorno familiar y laboral; cualquier sobrecarga de trabajo perjudica, pero en el caso del docente lo hace en lo mental y lo emocional.
Llegó la hora de exigir ambientes laborales que faciliten la tarea del trabajador docente en vez de cargarlo de angustias y estrés por no poder satisfacer plenamente el lugar de trabajo que comparte con sus alumnos, de hacer valer la pausa laboral que por fin se ha conseguido a partir del nuevo Reglamento logrando tomar esos 10 minutos como el momento de bajar la ansiedad, desconectarse y retomar la tarea con la cabeza un poco más despejada, de no tener temores a la hora de pedir un lugar propio ( muchas escuelas no tienen sala de maestros) y de plantear todos los por qué que generen un ambiente que transforme y mejore su quehacer diario.
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