¿En qué consiste el autoconsumo colectivo?

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

El autoconsumo colectivo de energía eléctrica es uno de los pilares fundamentales en el desarrollo de las energías renovables, y ofrece a la ciudadanía una oportunidad de desarrollo para colaborar directamente en la transición energética.

El autoconsumo eléctrico permite a cualquier persona o empresa producir y consumir su propia electricidad instalando en su hogar, local o comunidad de vecinos, paneles solares fotovoltaicos u otros sistemas de generación renovable.

Según normativa reciente, un sujeto consumidor participa en un autoconsumo colectivo cuando pertenece a un grupo de varios consumidores que se alimentan, de forma acordada, de energía eléctrica que proveniente de instalaciones de producción próximas a las de consumo y asociadas a los mismos.

Es decir, un autoconsumo colectivo se forma cuando varios consumidores se unen para compartir la energía que genere una o varias instalaciones de autoconsumo

En los últimos años se ha producido un gran incremento en el autoconsumo, pero principalmente se ha centrado en instalaciones individuales. Sin embargo, el autoconsumo colectivo juega un papel clave en el desarrollo del autoconsumo ya que, la gran mayoría de las viviendas familiares se corresponde con vivienda plurifamiliar.

La transición energética que hemos iniciado está logrando que los consumidores de energía eléctrica podamos realizar instalaciones de autoconsumo para alimentar nuestros consumos, y se puede lograr tanto de forma individual si solo existe un consumidor asociado a la instalación o instalaciones de producción, o colectivo, si se trata de varios consumidores asociados a la instalación o instalaciones de producción próximas.

Tanto en autoconsumo individual como colectivo, pueden participar instalaciones de generación conectadas en la red interior de los consumidores e instalaciones de generación conectadas a través de red, siempre que éstas últimas cumplan con los criterios que se exigen a las instalaciones próximas a través de red.

También existe la posibilidad de instalar elementos de almacenamiento (como es el caso de las baterías) asociados a las instalaciones de producción de autoconsumo. En este caso, los elementos de almacenamiento se pueden ubicar en el mismo emplazamiento que el resto de la instalación generadora formando parte de ella.

Aunque el autoconsumo puede realizarse a partir de cualquier fuente de generación renovable, es indudable que la tecnología solar fotovoltaica es la que mayor grado de desarrollo está alcanzando, ya que sus características intrínsecas (disponibilidad de recurso solar, modularidad, sencillez y aprovechamiento de los espacios) la hacen ideal para estas aplicaciones, sobre todo en entornos urbanos y en cubiertas de edificios.

Las instalaciones fotovoltaicas incluyen componentes como: los módulos fotovoltaicos, los inversores, diferentes elementos de seguridad y protección, el cableado, el sistema de monitorización, y elementos de almacenamiento.

La mayor parte de estos elementos, salvo los módulos fotovoltaicos, habitualmente se instalan en el interior y, por lo tanto, no tienen un impacto visual desde el exterior.

El conjunto de módulos fotovoltaicos es el generador fotovoltaico. A los módulos fotovoltaicos también se les denomina paneles fotovoltaicos (informalmente, placas fotovoltaicas). Son los elementos más visibles de las instalaciones, porque se instalan sobre las cubiertas de los edificios, en marquesinas de aparcamientos o pérgolas, o en extensiones de terreno sobre suelo mediante estructuras soporte, bien fijas o dotadas de seguimiento solar.

Los módulos fotovoltaicos captan la radiación solar y la transforman en energía eléctrica en corriente continua (CC) de origen renovable. Esa energía se transfiere mediante el cableado interior al equipo inversor que la transforma en corriente alterna (CA) que, en las instalaciones de autoconsumo, ya puede ser utilizada directamente.

La mayor parte de los módulos utilizados actualmente están basados en silicio, aunque existen otro tipo de células fotovoltaicas desarrolladas con otros materiales

La vida útil de un módulo fotovoltaico es aproximadamente de 30 años y la degradación que sufren es pequeña, garantizando la mayoría de los fabricantes una producción de potencia lineal superior al 80% pasados los 25 años.

Los módulos fotovoltaicos se montan sobre estructuras soporte. En el caso de tejados inclinados, se montan estructuras ligeras con la misma inclinación del propio tejado. En cubiertas planas, puede realizarse directamente sobre la cubierta sin inclinación, sobre estructuras inclinadas dotadas de contrapesos que se colocan sin anclar en la cubierta, o sobre estructuras elevadas (marquesinas), siempre en función de las condiciones particulares de cada edificio.

Desde los módulos, el cableado de corriente continua conduce la energía generada al equipo de potencia denominado inversor, que realiza la transformación de esa energía a corriente alterna. La salida del inversor se puede conectar, por ejemplo, al cuadro general del consumidor o consumidores para ser directamente aprovechable en su consumo.

Las instalaciones fotovoltaicas requieren poco mantenimiento, con comprobaciones de seguridad eléctrica anuales y, en el caso específico de los módulos, sólo es necesario proceder a su limpieza en caso de suciedad excesiva, por efecto de las aves u otros motivos, ya que se autolimpian con el agua de lluvia.

Ninguno de los elementos de las instalaciones fotovoltaicas genera residuos, emisiones, ruidos o radiaciones de ningún tipo por lo que pueden instalarse en cualquier ubicación que resulte conveniente para adaptarse a la distribución interior del edificio.

Así, las instalaciones de autoconsumo colectivo podrán dar servicio a distintos consumidores tanto en entornos urbanos, agrupando consumidores en edificios de viviendas, polígonos industriales, centros comerciales y otros, como en entornos rurales agrupando consumidores de pequeños centros urbanos y zonas rurales.

También son destacables las aplicaciones dirigidas a, combatir la pobreza energética, mediante el uso de edificios públicos que proporcionen energía a consumidores vulnerables cercanos.


Si te interesa este tema puedes consultar el informe denominada Guía de autoconsumo colectivo, publicada por IDAE, y disponible en nuestro fondo documental ecointeligente.

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