¡En qué han convertido a España!

Por Beatriz
A continuación publico un artículo de Luis Fernando Pérez, director de Infocatólica, que espero llegue a manos de nuestro presidente electo Ollanta Humala para que no caiga en los errores del partido socialista que actualmente gobierna a España, y que tiene sumida en una grave crisis.   Sinceramente ruego a Dios que Humala sea  más inteligente,  intelectualmente independiente y patriota; que no se deje "dominar" por la masonería que tiene por plan dominar el mundo; que no ponga de rodillas al Perú ante la cultura de la muerte: aborto, eutanasia, y ante la cultura anti-familia tradicional: matrimonio gay y ataque al derecho de los padres a elegir la educación para sus hijos, todas estas creaciones frankesteinianas salidas del laboratorio "filosófico"masónico....
Entre patriotismo y nacionalismo hay una gran diferencia.   El nacionalismo divide, mira todo lo extranjero como a su enemigo, por eso es incompatible con el cristianismo.  No es lo mismo que un sano patriotismo, es decir, amor por la patria.
Patriotismo, sí, nacionalismo, no.
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¡En qué han convertido a España!
Tomado de: Cor ad cor loquitur

Aunque la actualidad política no suele abordada desde InfoCatólica excepto cuando toca a los principios no negociables planteados por Benedicto XVI, hoy no puedo resistirme a escribir un artículo que refleje mi opinión sobre lo que está ocurriendo en este país.
La situación actual se puede resumir de la siguiente manera: España es país en el que el director de la policía da chivatazos a los terroristas y un juez deja libres a un etarra para que pueda fugarse. Ese es el legado del socialismo. Eso y más aborto, más divorcio, matrimonio gay, ataque al derecho de los padres a elegir la educación para sus hijos, desempleo espantoso, etc.
Eso sí, dicen que la alternativa consiste en votar a un señor que no tiene los arrestos suficientes para decirle a un presidente autonómico de su partido que, siquiera sea por estética, haga el favor de irse a casa, más que nada porque no está bien que presida una comunidad autónoma alguien que va a sentarse en el banquillo de los acusados por cohecho impropio -o sea, por corrupción-. Ello demuestra que la crisis que sufre la unidad de España gracias al desmadre autonómico, afecta también a los propios partidos políticos, cuyas direcciones nacionales no siempre pueden imponer su criterio a las direcciones regionales.
¿Tiene algo que decir la Iglesia sobre lo que está pasando? ¿Veremos a obispos españoles emulando a sus compañeros de episcopado del continente americano, que no se cortan un pelo en denunciar el avance del mal en sus respectivos países?
Menéndez Pelayo dijo proféticamente que cuando España perdiera su unidad católica volvería “al cantonalismo de los arévacos y de los vetones, o de los reyes de taifas“. Es exactamente lo que vemos ante nuestros ojos, con el añadido de que lo que queda de Estado ha caído en la indignidad de ponerse al servicio de una banda terrorista y de la cultura de la muerte.
Hace casi un siglo, el 30 de mayo de 1919, el por entonces Rey de España, Alfonso XIII, pronunció un discurso con motivo de la consagración de esta nación al Sagrado Corazón de Jesús. Dijo entonces el abuelo del actual Rey:
“Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:
España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Tí se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.
Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.
Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.
Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.
Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.
Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea.”

Si alguien quiere saber si a España le queda algún futuro, la respuesta está en que ese discurso llegue a ser realidad. Eso, a día de hoy, con los actuales políticos, parece imposible. Pero lo que para los hombres es imposible, Dios lo hace posible.
Luis Fernando Pérez Bustamante