En qué momento

Publicado el 29 noviembre 2015 por Bloggermam

Me llama la atención el fervor con el que recordamos la primera vez que hicimos algo: el primer momento de una relación, el primer beso, el primer sueldo, la primera salida nocturna, el primer coche que compramos, en definitiva, la primera vez que experimentamos algo aunque con el tiempo ese evento maravilloso se convirtiera en rutina.

Sin embargo olvidamos las últimas veces que sucede algo. ¿Cuándo fue la última vez que trajiste a tu mirada perdida ese momento inolvidable del pasado?

¿Recuerdas la última vez que sucedió aquello especial?¿Olvidaste esos momentos únicos que forman tu vida? Con ello no me refiero al efecto de enfermedades aterradoras como el Alzheimer, si no simplemente con el habitual devenir del tiempo sobre nuestras vidas.

Me refiero a momentos olvidados de forma natural, pero que se llevan parte de nuestra esencia en ese olvido.

¿En qué momento tu camino y el mío se separaron para caminar por diferentes vidas?

¿Cuándo fue la última vez que te pidieron el carnet para entrar en la discoteca?

¿Cuánto hace de la última vez que notaste como te buscaba una mirada lujuriosa?

¿Cuándo fue la última vez cepillaste tus dientes, los de verdad?

¿Recuerdas la última vez que saliste de fiesta hasta al amanecer?

¿Cuál fue el último verano que pasaste sin tener absolutamente nada que hacer?

¿Cuando condujiste por última vez?

Quizás ese afán por grabar a fuego en la memoria la primera vez que algo aconteció sea una forma de estimular el camino vital hacia adelante. Cada vez que pasa algo por primera vez crecemos, maduramos, nos hacemos mayores y eso intrínsecamente lleva aparejada la independencia que ansiamos desde la tierna infancia.

Por contra el hecho de olvidar la última vez que hicimos algo parece un mecanismo de defensa ante la certeza de la muerte futura, por lejana que esta pueda estar; pero que camina infatigable hacia nuestro último aliento.

Me apena olvidar. Me parece que fuera como desvivir, por ello odio olvidar momentos vividos, tanto buenos, como malos. Me duele el corazón al no recordar la última vez que hice algo, que saludé a alguien o hablé con una persona importante (importante en ese momento) del que a duras penas puedo recordar el nombre o la mirada.

Este olvido me provoca un desazón vital. No recordar nuestras vidas es morir. Por eso, haz un esfuerzo por recordar, por no perder lo que has vivido difuminado en recuerdos nebulosos o en la más absoluta nada. Recordar esos últimos momentos es vivir de nuevo y regresar a la vitalidad que perdimos.

¿Recuerdas la última vez que escribiste un recuerdo?