Rubalcaba, que hablaba ante una audiencia integrada habitualmente por empresarios, profesionales y periodistas andaluces, pero que en esa ocasión había sido "invadida" por más de un centenar de altos dirigentes del PSOE andaluz, parece desconocer datos tan sobrecogedores como que los políticos son ya considerados en Andalucía como el segundo gran problema de la sociedad, solo superados por el desempleo masivo y por delante de la crisis económica, la vivienda, la pobreza, la inseguridad y otros dramas sociales.
¿En qué país vive Rubalcaba? ¿En que datos se basa para dar esa "noticia" falsa de que los políticos españoles son ahora menos rechazados que antes, cuando nunca antes, desde la muerte de Franco, estuvieron tan desprestigiados y despreciados por su pueblo?. Él acaba de vivir en primer plano los resultados del profundo rechazo de los españoles a Zapatero, causa principal de la humillante derrota socialista el pasado 20 de noviembre.
Yo era uno de los presentes en ese desayuno, al que acudí con la nariz tapada, sólo para enriquecer mi capacidad de análisis. En mi mesa, un joven empresario, al escuchar la opinión de Rubalcaba sobre la "casta política", comentó: "Ese tío está loco o no ha salido a la calle en su vida".
El joven tenía razón porque la sociedad española es ya un profundo e intenso clamor contra la clase política, a la que no sólo rechaza y desprecia, sino que también empieza a odiar. El rechazo y el desprecio a los políticos está detrás del aumento de la abstención, del incremento del voto en blanco en las urnas, del apoyo a muchos partidos minúsculos y, sobre todo, de la humillante derrota del PSOE y de la victoria del PP en las últimas elecciones, un partido que, en buena lógica, debería haber recibido una inmensa cosecha de votos, pero que, por causa de la decepción y el rechazo de los ciudadanos a los políticos en general, solo obtuvo una victoria matizada, por mayoría absoluta, pero sin un voto masivo, con poco más de medio millón de votos mas que en las elecciones precedentes.
Las razones para que los políticos españoles sean tan intensamente rechazados por una parte importante y creciente de la sociedad hay que buscarlas en su fracaso al gestionar la prosperidad del país y la crisis, en su desmedido poder, en su arrogancia, en sus privilegios excesivos, en la corrupción que les invade, en el abuso de poder que practican y, sobre todo, en su interés por hacer pagar a los más débiles la gran factura de la crisis, sis renunciar a privilegios y ventajas inmerecidas, que hoy resultan insultantes a un pueblo cada día más pobre y acosado por impuestos abusivos y por una austeridad creciente.
El rechazo a los políticos está presente en casi todas las manifestaciones de la vida política y social de la España actual: en las opiniones que se expresan en las encuestas, donde se observa el mayor rechazo a los políticos en toda Europa y uno de los más elevados del mundo, en las opiniones de ciudadanos en medios de comunicación, en los comentarios en centros de trabajo, bares y cafeterías, en los abucheos a los políticos en numerosos actos de masas y otras muchas manifestaciones, que el poder oculta porque para ellos resulta vergonzoso gobernar a unos ciudadanos que les rechazan, algo que en democracia deslegitima y convierte a los políticos, aunque hayan sido elegidos en las urnas, en auténticos usurpadores de la voluntad popular.