¿En qué se diferencia la stevia del aspartamo y la sacarina?

Por David Ormeño @Arcanus_tco

Es curioso porque en casi todas las ocasiones que oigo hablar de aspartamo, sacarina o de stevia siempre surge la misma cantinela: ¿son peligrosas? ¿Producen cáncer? El caso es que a diferencia del aspartamo, la Stevia también ha sido usada por varios sectores como buque insignia de los edulcorantes "naturales" en detrimento del "terrible" aspartamo. Sin embargo, aparte de sus diferencias químicas, los estudios muestran que sus propiedades no son muy diferentes, aparte de algunas cosillas por aquí y por allá. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

Stevia, aspartamo y sacarina

Ya os hablamos profusamente del aspartamo tiempo atrás. Ahora, ¿qué hay de la Stevia? Esta sustancia es en realidad una molécula orgánica que tiene una parte de azúcar y otra no glucídica. Para los interesados: es un glucósido del steviol, una sustancia secundaria producida por la planta Stevia rebaudiana. El aspartamo, por el contrario, es compuesto sintético desarrollado en el laboratorio. No obstante, para obtener el edulcorante de la stevia hay que procesar la planta y concentrar la molécula, por lo que ninguno de los dos es "del todo natural" (aclaración, que por cierto, parece fuera de lugar). Sobre su poder edulcorante, la stevia parece más potente que el aspartamo, siendo unas 300 veces más fuerte que el azúcar (mientras que el aspartamo lo es unas 200 veces).

También vamos a aprovechar para hablar de un tercer edulcorante, el cual cada vez se emplea menos en la industria alimentaria: la sacarina. Aunque muchas veces se confunde al aspartamo con la sacarina, el primero está sustituyendo a este último debido a su mayor poder edulcorante y a que no deja ese regusto amargo después, entre otras cosas. La sacarina, a diferencia de los otros dos, es una amida sulfobenzóica y se obtiene a partir del tolueno y otros productos provenientes del petróleo. Aunque esto no es malo de por sí, lo que sí es cierto es que aún hoy día se sigue estudiando cierto efecto potencialmente peligroso en la irritación de vejiga que podría derivar en cáncer. Por esta y por las razones antes comentadas, la sacarina cada vez está más fuera de juego.

Peligros y bondades de los edulcorantes

Ahora que hemos sacado el tema, vayamos a lo interesante del asunto: ¿hasta que punto son peligrosos? Bien, pues aunque cada cual lee lo que quiere, según las pruebas realizadas hasta la fecha, ni la stevia ni el aspartamo lo son. El aspartamo es una de las sustancias más estudiadas de nuestro pequeño planeta y ha sufrido constantes pruebas y estudios desde que se levantara la alarma sobre su uso hace unos 20 años. La stevia, algo más nueva, ha sido también medida escrupulosamente, aunque no tan a fondo como la anterior. En ambos casos y según todas las agencias, su uso es seguro en las medidas aconsejadas.

Eso sí, existen algunos indicios que hacen sospechar de la stevia. Mientras que la asociación de cáncer con stevia está descartada (al igual que con el Aspartamo), existen ciertos estudios que relacionan la sustancia con la infertilidad en ratas macho. No obstante, por ahora no hay ningún indicio que atribuya un peligro para el ser humano. Por el contrario, la stevia sí se ha asociado a una bajada en la hipertensión con su uso a la larga en seres humanos (aunque otros estudios lo han desmentido, por lo que se sigue investigando). Esto puede resultar beneficioso para algunas personas, lo que le da un punto a su favor. La sacarina, como ya hemos comentado más arriba, sin embargo, está sujeta a varios y diversos estudios que apuntan a que sería el peor de los tres edulcorantes.

Alerta de diabetes

Ahora, y aquí es donde llegamos a lo importante, tanto la sacarina, como la stevia y el aspartamo muestran un peligro desconocido hasta hace poco: provocar diabetes. Varios son los estudios, cada vez más, que muestran una relación cada vez más inquietante entre la diabetes tipo 2 y el consumo de edulcorantes. Sí, efectivamente, algunos nutricionistas, así como varios médicos apuntan a que un consumo continuado de estos productos podría causar un desajuste metabólico que terminara por provocar diabetes. Esto según lo poco que sabemos al respecto, solo ocurriría en el caso de abusar de los edulcorantes y omitir el azúcar por completo, o, también, por el abuso de sustancias azucaradas junto al uso de edulcorantes.

La relación, como imaginaréis, es compleja y difícil de esclarecer. Pero hay dos vías que parecen coger fuerza. La primera es la debida al comportamiento asociado con los alimentos edulcorados. Los edulcorantes hacen que nuestro cerebro analice el sabor de una manera distinta. Al mismo tiempo, el sabor dulce activa una serie de sustancia que preparan al cuerpo para una llegada de azúcar que en realidad no existe. Esto puede provocar tanto una reacción adversa que termina derivando en un desajuste metabólico como un comportamiento ansioso por comer azúcares, que pueden incrementarse en nuestra dieta sin que nos demos cuenta.

Por otro lado, la otra vía muestra que la microbiota de nuestro sistema digestivo, del que ya os hemos hablado, se ve alterada por los edulcorantes, haciéndonos progresivamente más intolerantes a la glucosa, según muestran algunos datos. En cualquiera de los casos, el resultado termina siendo el mismo: diabetes tipo II. Y es que la nutrición no es cosa fácil. Por ello es importante ser coherentes con lo que comemos y, aunque los estudios no muestren perjuicios directos, tenemos que saber que cualquier pequeño cambio en una dieta que lleva perfeccionándose unos 200.000 años puede provocar un desajuste imprevisto.