Cuando la encontramos nos ganó el corazón con su carita dulce y sus ojitos alegres. Ha sido una compañera fiel que por desgracia también sufrió el odio de las personas que no entienden a los animales. Al principio la dejabamos salir por la urbanización, pero un día nos vino con un ojo destrozado y perdigones en la cabeza. En aquel momento conseguimos salvarle la vida, aunque había perdido mucha sangre pero no se puedo salvar su ojo. Sin embargo enseguida se hizo a moverse sin problemas con uno solo.
Conmigo ha compartido cosas que nadie a compartido. Recuerdo cuando tuve que estar en reposo en mis embarazos y ella siempre estaba allí conmigo acompañándome para que no me sintiera sola, con su cabecita apoyada en mi barriga y su mirada inteligente y de complicidad cuando notaba moverse a los niños en la barriga.
Cuando los niños nacieron era como una madre para ellos. Siempre llegaba la primera a la cuna en cuanto los oía hacer el mínimo ruidito. Jamás les arañó o mordió, no importaba que le arrancaran pelo o la estrujaran, sabía que lo hacían porque la querían y no controlaban lo que hacían. Los ha querido mucho, más aún creo que era adoración lo que tenía por mis hijos.
Los dos últimos años han sido difíciles tanto para ella como para nosotros, le diagnosticaron diabetes y aunque con las inyecciones estaba controlada sabíamos que ya con su edad y la diabetes tarde o temprano tendría que irse. Sin embargo iba aguantando muy bien y se la seguía viendo alegre por lo que cuando el sábado nos dejó el golpe fue muy duro para todos.
Los que tenéis mascotas seguro que me entendéis y sabéis de lo que os estoy hablando y sabéis lo que llega a quererse a estos animalitos tan dulces y que nos dan tanto amor.
¡Te echamos de menos Kitty! ¡No te olvidaremos nunca!
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