En retaguardia listos para atacar.

Publicado el 15 noviembre 2010 por ArÍstides


EL INTERÉS ES EL PERFUME DEL CAPITAL. Voltaire

Los líderes del G 20 prometieron hace un año regular las finanzas internacionales con el fin de evitar los excesos de los bancos de inversión en los que las malas prácticas ocasionaron la mayor crisis económica desde la gran depresión. Lo cierto es que muchas han sido las intenciones de los gobernantes después de ver cómo tenían que intervernir en una economía de libre mercado en la que las teorías liberales habían acampado por sus fueros.

Las mismas costumbres de entonces siguen imperando en los brokers actuales, acostumbrados a especular sobre el precio de las materias primas del que depende gran parte de la población mundial. Son los mismos que trabajan para los mismos bancos que hubo que rescatar, quienes siguen jugando a la ruleta rusa con productos derivados en condiciones poco transparentes. El mercado sigue sin ser regulado a pesar de que muchos gobiernos están contra las cuerdas debido a decisiones intereadas de agencias de calificación y especuladores con bonos de países soberanos.

Mientras tanto, quienes ocasionaron el desastre siguen abonando bonus millonarios a sus ejecutivos por sanear los balances, a pesar de que el dinero lo facilite la Reserva Federal o el Banco Central Europeo. Pero hasta hoy, el G 20 sigue sin intervenir sobre esas salas de inversión computerizadas en las que un programa de ordenador puede alterar el mercado con órdenes enviadas masivamente en pocos segundos, ni nada se ha legislado sobre los productos derivados que pusieron el sistema al borde del colapso, ni se han regulado las remuneraciones de quienes intervienen en los mercados. De la misma forma que no se ha establecido un control sobre la ingeniería financiera y el modelo económico en el que se tiene que mover la banca.

El mercado financiero sigue en las mismas manos de quienes ocasionaron la crisis del mercado de capitales; sólo que ahora se hallan preocupados en sanear los balances. Pero todos somos conscientes de que la política del máximo beneficio y la no intervención sobre los instrumentos financieros crearán a la larga otras burbujas de distinto tipo; y que serán los estados y los contribuyentes quienes tendrán que responder subsidiariamente por la negligencia de quienes ahora están en la retaguardia esperando el momento.