El médico formado en París y distinguido con la Legión de Honor del gobierno de Francia, vivió 99 años, 74 de los cuales dedicó al ejercicio de la medicina.
En vida: según testimonios espontáneos de personas agradecidas, el médico que siempre cultivó la humildad, nunca asumió pose de superdotado y jamás vio la profesión desde la lupa mercurial. Ayer, a las 5:24 de la tarde, varias manos levantaron y luego empujaron el ataúd negro con argollas doradas que contenía los restos del primer cardiólogo de la región Norte, el mismo que en vida recibió los mayores y más altos honores que un dominicano pueda recibir en su Patria.