Fue una tarde-noche algo desapacible en lo exterior, pero en la singular cripta de Sin Tarima logramos pasar un buen rato de amistad y buenas palabras. Fue posible gracias, sobre todo, a mi muy querida amiga Celia Ruiz Ibáñez, que prestó su voz y su arte a una muy atinada selección de poemas, a los que hice improvisados comentarios ante un público de amigos siempre remando a favor. Uno de ellos, Antonio Del Camino, lo cuenta ">">aquí con generosidad. Pudimos después compartir las primeras horas de la noche en “franca camaradería”, entre birras y risas. Gracias a todos.
Fue una tarde-noche algo desapacible en lo exterior, pero en la singular cripta de Sin Tarima logramos pasar un buen rato de amistad y buenas palabras. Fue posible gracias, sobre todo, a mi muy querida amiga Celia Ruiz Ibáñez, que prestó su voz y su arte a una muy atinada selección de poemas, a los que hice improvisados comentarios ante un público de amigos siempre remando a favor. Uno de ellos, Antonio Del Camino, lo cuenta ">">aquí con generosidad. Pudimos después compartir las primeras horas de la noche en “franca camaradería”, entre birras y risas. Gracias a todos.