En tiempos de los Carpetanos

Por Pablet
El término "carpetano" deriva del griego "karpetanoi", que a su vez procede de los primeros que contactaron con ellos: los cartagineses. 
En idioma púnico, "kartp" significa ciudad amurallada, y los kartp-etanos serían los que habitan taludes, cuestas o escarpes, algo lógico ya que precisamente la mayoría de ciudades carpetanas estaban situadas en escarpes, es decir, cortados del terreno de difícil acceso pero fácil defensa. 
Por ello, como los definió Dionisio Urbina, los carpetanos vendrían a significar el "pueblo, etnia o nación de los escarpes". Los carpetanos vivieron desde la Edad de Bronce hasta los primeros siglos de nuestra era.
Mapa de los pueblos prerromanos en la meseta sur, junto a los itinerarios de Antonino / José Manuel Sanz
SOCIEDAD
Mucho se ha debatido sobre si los carpetanos eran un pueblo íbero o celtíbero. Según nos refiere Diego Salvador en su obra, tienen grandes influencias de ambas zonas, encontrándose en la multitud de yacimientos excavados tanto elementos claramente ibéricos, procedentes de las zonas del levante peninsular (como las cerámicas a torno), elementos procedentes del área celtibérica (como las cerámicas negras bruñidas) y otros elementos específica e inequívocamente carpetanos (cerámicas jaspeadas, principalmente). Esto nos lleva a situar a los carpetanos como un pueblo celtíbero pero con cierto grado de iberización.
La mayoría de sus poblados eran oppidum, es decir, colinas, escarpes o pequeñas mesetas reforzadas con baluartes, aunque también hubo algunos asentamientos de vega según fue avanzando la romanización. Su organización jerárquica al parecer era similar a la de otros pueblos peninsulares, donde un régulo (rey o caudillo) dominaba el territorio y comandaba el ejército a nivel militar, y un consejo de ancianos regía los destinos del pueblo, aunque las ciudades carpetanas eran realmente ciudades-estado en su época primitiva. Conocemos los nombres de los régulos carpetanos Thurro e Hilerno, de los que nos ocuparemos más adelante.
ECONOMÍA 
Entre los recursos naturales de la región carpetana siempre descolló la sal, vinculada a la conservación de carnes. La elevada concentración salina de la geología carpetana permitió desde antiguo su utilización, almacenándose en silos dentro de las ciudadelas amuralladas. La sal era un bien que se protegía militarmente, debido a su importancia vital para los intercambios comerciales con otros pueblos. La alfarería también era una de las ocupaciones de los carpetanos, con hornos tan interesantes como el de la Alberquilla (Santa María de Benquerencia, Toledo). Los muros de las cámaras de combustión se construyeron con arcilla innífuga o refractaria, para producir la cerámica jaspeada, técnica (la del jaspeado) característica de la cultura carpetana. Se trataba de una decoración que imitaba la madera, obtenida a partir del subterfugio de aplicar un englobe de tono marrón-rojizo a la superficie de la pieza de cerámica.
Asimismo, la economía carpetana estaba centrada en una agricultura cerealista de secano, lo que se deduce de datos polínicos y restos putrefactos de cebada obtenidos del registro arqueológico. El grano se almacenaba en silos circulares, como los presentes en el yacimiento de Fuente el Saz de Jarama (Madrid). Los carpetanos también eran ganaderos, aunque en menor medida. Poseían sobre todo cabañas de ovejas y cabras, y practicaban la trashumancia, siendo el ganado vacuno y porcino mucho más reducido, lo que se deduce de que en la mayoría de poblados carpetanos se han encontrado restos de ovicápridos en abundancia. 
En cuanto a los aspectos mineros, estas gentes explotaron las vetas de cobre y estaño de la zona de Uscelia (Uceda). Sin embargo, no se ha documentado ninguna mina de hierro en la Carpetania, lo que induce a pensar que el metal para las armas y otros utensilios podría ser importado de otros pueblos peninsulares. Por último, los carpetanos también tenían una incipiente artesanía textil, a tenor de las pesas de telar y fusayolas halladas en los poblados excavados, y asociadas con el sexo femenino, que probablemente se ocuparía de estas labores textiles y de curtido de pieles.
Moneda carpetana del siglo II A.C, acuñada en Contrebia Cárbica. A la izquierda, cabeza viril con la leyenda "Karbika". 
A la derecha, jinete con lanza, con la leyenda"Konterbia"
En cuanto a la acuñación de moneda, la Carpetania poseía cecas propias, como Complutum o Contrebia Cárbica, la Contrebia de los carpetanos. En Hispania había tres ciudades llamadas así: Contrebia Leucade (ciudad de los pelendones, en La Rioja), Contrebia Belaisca (ciudad de los Belos, en Zaragoza) y Contrebia Cárbica (la Contrebia de los carpetanos, en Cuenca). La palabra "Contrebia" en celtíbero significaría ciudad o poblado, y los topónimos Belaisca y Cárbica hacen referencia, también en celtíbero, a los pueblos que las ocupaban (belos y carpetanos).
GASTRONOMÍA
Los carpetanos llevaban una alimentación característica de una agricultura cerealista de secano, donde predominaba el trigo frente a semillas como la cebada y la avena, mucho más minoritarias. En cuanto a las especias, el comino de la Carpetania aparece en los textos romanos ensalzado como de excelente calidad. También empleaban los carpetanos la bellota procedente de la encina, árbol característico del solar castellano, con la que elaboraban cerveza y pan. El pan, alimento básico, se obtenía de la bellota en época de malas cosechas, moliéndola y panificando la pasta resultante.
ARQUITECTURA CIVIL
La planta de la vivienda carpetana era típicamente celtibérica: de planta rectangular, con subdivisiones internas en 3 habitaciones: vestíbulo, habitación principal (que hacía las veces de salón-dormitorio) y almacén. Las viviendas constaban de un zócalo inferior de dos hiladas de piedra unidas entre sí con arcilla (para aislar la pared de la humedad) sobre el que se recrecía el paramento de adobe o tapial, según los casos. La estructura para sujetar la techumbre se disponía con vigas de madera, siendo el tejado a una vertiente (si la vivienda estaba anexa a la muralla) o a dos aguas en caso contrario. La madera de la estructura del tejado era de pino, quejigo o enebro. 
El material de cubierta eran tablas sobre las que se disponían ramas y barro. El pavimento de la vivienda carpetana consistía en tierra apisonada. Las viviendas se disponían en manzanas rectangulares, aunque cuando estaban próximas a las murallas de la ciudadela se adosaban a éstas, tomando la propia muralla como pared posterior y edificando los tres lienzos restantes.
ARQUITECTURA MILITAR
Las fortificaciones carpetanas eran de piedra con aparejo irregular. Como se atestigua en el yacimiento de Villatobas (Toledo), las murallas eran de 1,2 m de ancho, con bloques de gran tamaño en la base, formando dos paredes paralelas de piedra, cuyo interior se rellenaba con guijarros, cascotes de piedra y tierra compactada para amortiguar los impactos. Los torreones de las ciudadelas carpetanas eran el punto fuerte: semicirculares, con dos paredes de piedra caliza y arenisca unidas en seco, separadas 5,5 m, con el interior relleno de los mismos materiales que el paramento de las murallas. Al pie de los torreones y murallas se disponía el foso, de entre 5 y 7 m de anchura y hasta 4 m de profundidad.
EJÉRCITO
Guerrero carpetano 
Las milicias carpetanas solían ser principalmente de infantería, aunque es de suponer que, como el resto de pueblos ibéricos, también se haría uso de la caballería en ocasiones. El soldado de infantería carpetano vestía ropajes negros u oscuros de lana, cubiertos por el sagum (de donde deriva la palabra castellana sayo), que era una especie de manto rectangular de lana que no pasaba de las rodillas y se ponía encima de los demás vestidos ajustándose por medio de un broche. El sagum celtibérico era una prenda fundamental para soportar los terribles inviernos mesetarios, y fue rápidamente copiada por los legionarios romanos, no acostumbrados a soportar el clima. Incluso Publio Cornelio Escipión Emiliano solicitó como rescate en una de sus victorias el pago en miles de sagum, durante las Guerras Celtíberas. En las extremidades inferiores, el soldado carpetano se cubría las piernas con espinilleras de piel arrolladas y atadas. 
También portaban un casco de bronce adornado de una gran cresta de color rojo. Como armas de mano los carpetanos llevaban falcatas (evidente influencia de la cultura ibérica meridional), así como puñales cortos (influencia de la cultura celtíbera septentrional) y lanzas.
Fuente: http://tierradeuceda.blogspot.com.es/2012/04/la-carpetania_19.html