Los estadounidenses en general no me parecen un pueblo demasiado fiable, ellos se consideran los números uno en todo y eso de que tu mismo te consideres el mejor de algo, a mi me enseñaron desde muy pequeño que no es muy bueno. Aun así los habitantes de EEUU, siente la necesidad de estar en todos los sitios del planeta y defendernos a todos de los malos o de posibles invasiones de malos. Kathryn Bigelow nos sitúa con su trabajo en uno de esos escenarios, lo que pasa es aprovechando la redundancia, nos sitúa donde a ella le da la gana.
Con el objetivo de su cámara pretende ser lo más imparcial posible, coloca el objetivo de la misma frente a un grupo de artificieros del ejército de Estados Unidos que desafían continuamente a la muerte en cada una de sus intervenciones en Iraq. El problema de esta producción quizás reside en lo que no vemos en lo que la directora se deja detrás de la lente, solo tenemos el punto de vista de los estadounidenses y no conocemos el alma del país, ni de las personas que lo habitan, solo del lado del invasor que viene a liberarles.
Con todo esto de verdad que no destaco nada del film, entiendo que cierto tipo de espectadores que están mas acostumbrados a este tipo de cosas, les llegue adentro. Incluso se sientan identificados porque algunos de sus familiares, amigos, compatriotas estén allí exponiendo su existencia prácticamente a diario, el caso es que a mi y a bastantes como a mi no nos llega, no logramos ver más allá de un mero cine propagandístico imperialista.
TRONCHA