Jefe y líder pueden ser un sinónimo o dos conceptos muy diferentes, según las características de la persona en quien recaigan.
Llevar el título de director no implica que esa persona sepa inspirar a su gente, indica John Maxwell, especialista en liderazgo.
“Un líder corre carreras para cumplir metas, pero en el camino lleva a la gente. La primera señal de que sólo eres jefe es que llegas a la cima y nadie te sigue”, comenta el autor del libro “Las 21 leyes irrefutables del liderazgo”.
En una encuesta de OCCMundial entre 1,500 profesionistas, seis de cada 10 asociaron a un buen jefe con el concepto ‘capacidad de comunicarse’, mientras cinco de cada 10 se fija en los conocimientos que posee la persona.
Los conocimientos para dirigir se pueden ir desarrollando, pero quien comanda no necesariamente marca ruta, es decir, prepara y prevé escenarios con inclusión de los empleados. Esto último es lo valioso de un líder, que sabe mantenerse orientado y tiene control de su rumbo, señala Maxwell.
El asesor para organizaciones como la NBA, y participante del World Leadership Forum, explica que un jefe interesado en mejorar resultados y conducirse como líder, debe formularse estas preguntas:
1. ¿En serio me interesan los demás?
Esto es el ADN de un líder, su función es bajar de la cima y encontrar seguidores para sumar a los proyectos, pero, eso implica asumir la responsabilidad de guiar. “Si te concentras sólo en ver a los empleados como alguien que da resultados, eso no es liderazgo, es manipular para conseguir algo a cambio”, indica Maxwell.
2. ¿Quiero poder o relaciones a largo plazo?
Muchos empleados se preguntan ¿le intereso al jefe? Porque ese director abarca al grado de querer hacerse cargo de todo, sin delegar y sin enseñar a hacer. Cuando una persona es más grande y visible al exterior, y no en el interior de su empresa, es eso: solo un buen jefe. “No tiene nada de malo, hay personas buenas en garantizar resultados, tienen estrategia, saben llegar al poder, pero no les interesa en enseñar. También ellos funcionar en la organización y se les necesita, pero, no se debe confundir, son jefes, no líderes”.
3. ¿Me enamora lo que hago?
Hay grandes jefes que tras involucrarse por años en una labor pierden el gusto por sus actividades, y mantienen el cargo por dinero y estatus. Esa persona aportó lo que debía, aunque quizá no es el indicado para marcar ruta. Un líder “ama y se apasiona por lo que hace” sin importar las condiciones y por encima del estatus.
4. ¿Soy bueno para perder?
El líder, invariablemente, asume las pérdidas y los fracasos cuando su equipo no da los resultados, como se esperaba. También sabe que, por encima, de los resultados inmediatos hay que dedicar ‘tiempo’ a formar a otros y fracasar en el camino. Si a la persona se le dificulta asumir fracasos o dejar que el reflector recaiga en otros, no está lista para ser líder.
5. ¿Sé hablar con franqueza?
Ante un empleado que sólo se concentra en la crítica, sin dar opción de cómo cambiar un escenario, o cómo actuar para modificar su situación, muchos jefes prefieren “darse la vuelta”. Un líder no hace eso, se reúne con el colaborador y plantea las cosas sin rodeos. Además de plantear el escenario, ése jefe/ líder pone tiempos, es de los que dicen: “observas este problema, tienes una semana para darme un plan y ayudar a resolver la situación”. Si es una persona que rehúye a los conflictos, o piensa que quitan tiempo, tampoco tiene en su ADN el liderazgo.
En tu oficina, qué prevalece ¿el líder o el jefe?
Fuente: CNNExpansion.com