En tu nombre, (X)

Publicado el 26 junio 2024 por Monpalentina @FFroi

Marcelino escribía cuentos, además de libros de poemas. Y libros en prosa. Por "Palencia, Ayer" le premiaron con El Miguel Delibes. Y de lo que más orgulloso estuvo siempre es porque "a este premio no te presentas, te lo dan". Simplemente premian la calidad literaria. Se lo dieron por la calidad de su texto que escribió acompañando las fotografías de Félix Pollos. La idea que le propuso Miguel Ausín, resultó muy buena.


Sigo ordenando su legado y he vuelto a leer "La maleta" con el que ganó el Primer Premio Internacional de Cuentos de Guardo. Seguro que Jaime Reyero lo recuerda. Yo, me quedé más abajo: gané el primero en categoría Nacional, en distinto año. Sí recuerdo que Marcelino había ganado en otro lugar y no podía acercarme a Guardo. Y me iban a llevar Conchita y su marido. Ella trabajaba en la Biblioteca de Eduardo Dato y, luego, nos hicimos amigas. Un encanto de mujer; se encargó -junto a María- una joven cariñosa e inteligente que estuvo trabajando también en la misma biblioteca pero que falleció en plena juventud, de organizar las vitrinas que colocaron de Marcelino y mía, también en fechas distintas. Conchita me reservó un espacio para almacenar mis columnas de Diario Palentino en un cuarto situado al lado del otro mayor donde cada persona puede conocer la obra de todos los escritores palentinos, aunque sin llevársela a casa en préstamo. Allí está parte de mi obra aún sin serlo aunque no nacida aquí, pienso que lo soy, por amor, por trabajo y por hijos. Y, como palentina, amo esta hermosa tierra en la que he sido feliz.

Como palentina, amo esta hermosa tierra en la que he sido feliz.


Cuento una anécdota sucedida ese día. Ya había quedado con Conchita que me recogería hacia las seis, el acto se celebraba hacia las siete y media, creo. Y como la "suerte" llega sin avisar... La cerradura de la puerta de entrada a casa, que era de seguridad, falló. Llamé al Seguro. Prometieron enviar (expliqué lo que me ocurría, ir a Guardo a leer el cuento), lo contrario significaba perder el premio. Y sí, llegó pronto, pero el buen hombre desmontó la puerta, luego la cerradura e intentó el arreglo. No pudo. Era tan complicado que le dije que desistiese y volviera a colocar la vieja; iban dadas las seis y media y el teléfono estaba caliente pues cada poco o yo comunicaba cómo se daba la cosa o Jaime llamaba para informarse aunque ya me había dado tiempo a llamar a mi hijo que trabaja con su mujer en la oficina y se vino con lo que yo pude volar a Guardo... Así, aunque durmiese simplemente con el resbalón estaría acompañada. Por cierto, la policía nos aconsejó poner algún impedimento por si algún caco se acercaba a la vivienda y sí, cuando me trajeron a casa, arrastramos la mesa de la cocina, de madera y mármol que pesa como un muerto. Al día siguiente el señor que nos la había puesto y que ya no tenía la tienda frente a San Lázaro, solucionó el problema. Y, lo cuento, porque es verdad, Jaime me insistió en que esperaban todo lo posible porque el que había quedado en segundo lugar era tan malo que le daba vergüenza. Han pasado muchos años, no creo que Jaime se enfade. Llegué minutos antes de las ocho, y...leí...nerviosa, eso queda claro. Pero Jaime tuvo que entretener a la concurrencia...

Si aquí nací, fue sin pedirlo.

las sendas comunales que se abrían,

Como nube que crece tras las lomas

y ya su oficio es solo ser testigo

de cuanto ve desde la altura,

la tierra, el tiempo, los caminos,

todo ese mundo por el cual, andando

-ah torbellino vertical de luces no alcanzables-

pasaríamos limpios, pero ajenos,

llevándonos señal de su calor

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