Rubalcaba, el principal cómplice de Zapatero en su gobierno de destrucción y corresponsable de la demolición de España en los últimos años, está siendo presentado a la sociedad como la salvación y la esperanza, un montaje truculento en el que participan los cientos de miles que deben su dinero y su cargo al PSOE, los miles de periodistas comprados por el poder y todos los falsos empresarios, especuladores, pícaros, y maleantes españoles que saben que con el socialismo degradado que representan Zapatero y su clan es fácil acceder al dinero público.
En su presentación como candidato dijo: "Tenemos que cambiar también la política". Cinismo puro y descaro presentarse como regenerador de una política que él mismo ha construido, desde el poder, durante los más de 20 años que ha estado gobernando.
Contemplar el espectáculo deprime y produce asco ante la baja calidad de la democracia española y la escasa exigencia de la ciudadanía de un país que soporta sin rebelarse que le presenten a los culpables del desastre nacional como salvadores.
En pura lógica, cualquier solución que presente Rubalcaba a la sociedad española debería quedar automáticamente desautorizada porque si realmente tuviera soluciones para los dramas de España debería haberlas puesto en práctica cuando era el hombre fuerte del gobierno.
Destruir un país y presentarse espués como salvador, prometiendo soluciones que nunca aplicó cuando gobernaba representa un esperpento racionalmente inasumible, lo mismo que el bombero pirómano o el médico exterminador, imágenes tan cargadas de surrealismo como de obscenidad.
Creíamos que la actuación de Zapatero como "Terminator" de la prosperidad y los valores de España era insuperable, pero la de Rubalcaba empieza a hacerle la competencia, demostando hasta más allá de toda duda que la casta política española se siente intocable e impune y que lo peor de la crisis no son los estragos económicos que ha causado el mal gobierno, sino la contaminación de nuestras instituciones y la corrupción que ha exterminado todo valor o principio democrático.
La biografía de Zapatero exige declararlo "persona non grata" y acusarlo ante los tribunales por al menos una docena de violaciones de la democracia y la Constitución que, por desgracia, en España quizás sean legales, pero que, en cualquier país verdaderamente democrático, merecerían inhabilitación o cárcel. Nos referimos al uso del dinero público para comprar votos, a la institucionalización de la mentira como política de gobierno, a legislar en contra de las normas del derecho y de la voluntad popular (canon digital, por ejemplo), a la promoción personal de leyes inconstitucionales, como el Estatuto de Cataluña, a la aplicaión de la arbitrariedad en la Justicia y en las concesiones y decisiones gubernamentales, a su negligencia ante la crisis económica, entre otras muchas irregularidades, errores y comporrtamientos claramente antidemocráticos.
Pero resulta que su sucesor, el ya candidato socialista Rubalcaba, posee una biografía de perfiles todavía más siniestros y contrarios a la democracia: maestro de la mentira, portavoz de un gobierno culpable de terrorismo de Estado y de corrupción extrema (Felipe González), bloqueo de información que la oposición y la sociedad tienen derecho a conocer (Faisán), además de haber construido su perfil político siempre de manera sospechosa, como príncipe de las cloacas y de las operaciones encubiertas del Estado, rodeado de informaciones secretas, policías corruptos y matones y de una nobe de opacidad impenetrable, biografía cuyo broche reciente convierte en más inquietante y estremecedora, cuando se atreve a afirmar que tiene soluciones para los problemas de España, sin haberlas aplicado cuando era el hombre fuerte del fracaso gobierno socialista de Zapatero, cuyos frutos son visibles en la España del presente: cinco millones de desempleados, una juventud obligada a emigrar para trabajar, millones de nuevos pobres y una sociedad invadida por la desconfianza, el estupor, la tristeza y el miedo al futuro.