Las críticas de cine de Gabriel Vargas Zapata se publican en El Universal, el más antiguo y prestigioso de los periódicos venezolanos y son leídas por miles de lectores a lo largo y ancho del país sudamericano. El joven escritor, que acaba de publicar en España su primer libro de cuentos, "Lo que te voy a contar cuando vuelvas", hace vida en la sureña ciudad de Málaga. Quisimos hablar con él y conocer sus opiniones acerca de varios temas de la actualidad cinematográfica venezolana.
¿De dónde eres originalmente?
Nací y me crié en Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, Venezuela.
¿Cómo te vino el interés por el cine?
Desde la primera vez que fui al cine cuando tenía unos 3 ó 4 años. Fui a ver “Blancanieves y los siete enanitos” en el antiguo Teatro Canaima de Puerto La Cruz. Luego, mi tía Ana Isabel se encargó de inculcarme el interés por el cine clásico; así conocí títulos como “Lo que el viento se llevó”, “Doctor Zhivago”, etc. Más tarde, gracias a mi primo Emiliano, empecé a conocer el cine moderno, allí comenzó mi adicción.
¿Cuáles son tus primeros recuerdos del cine nacional?
Hay una película que vi muchas veces cuando era niño. Era una película infantil rodada en Puerto La Cruz y Lechería, trataba de un secuestro y me divertía muchísimo viéndola. He tratado de investigar sobre ella, pero nunca he conseguido nada… es como si no existiera; ni siquiera recuerdo su título. Más tarde, cuando tenía unos 12 años, llegó a mis manos “Desnudo con naranjas”, la que hasta hoy considero mi película venezolana favorita. A partir de allí comencé a investigar sobre el cine venezolano y a ver la mayor cantidad de títulos posibles, incluso he tenido el privilegio de ver las primeras dos películas venezolanas: “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, estrenadas en 1897.
¿Cómo empezaste a hacer crítica cinematográfica?
Por recomendación de mi tío Raúl Zapata. Cuando empecé a escribir, no sabía sobre qué hacerlo. Él me recomendó que escribiera sobre temas que me apasionaran; el cine es uno de esos temas, así que comencé a hacer pequeñas críticas y a enviárselas por mail a familiares y amigos, luego ellos me respondían con comentarios o preguntas. Poco tiempo después estos mails aparecerían en diferentes periódicos regionales de Venezuela.
¿Escribes sobre cine o haces crítica cinematográfica?
Definitivamente hago crítica cinematográfica. En una crítica cuestionas a la película, la acorralas y sacas de ella lo bueno o lo malo, pero siempre desde un punto de vista muy subjetivo, es decir, implicando tus emociones en lo que escribes. Hablar sobre cine es otra cosa. Cuando hablas de cine puedes referirte a datos de producción, antecedentes de la película, datos de taquilla, etc., siempre desde un punto de vista muy objetivo.
Existe una especie de arquetipo según el cual la crítica de cine debe ser irónica, desagradable. ¿Esto sigue estando vigente o ha sido ya desplazado por un enfoque diferente?
Creo que no es una cuestión de vigencia, sino más bien de estilo; y los estilos, que son muchos, vienen a asociarse al tipo de línea editorial que siga el medio de comunicación en que se publique la crítica. Claro que se pueden decir las mismas cosas con elegancia, sinceridad y ecuanimidad que con un tono grotesco y sensacionalista. Leo muy pocas críticas cinematográficas, pero hay una realidad, y es que hoy en día, gracias a la masificación de los medios de comunicación, cualquier crítica que se escriba puede llegar a ver la luz. Eso puede ser bueno, o puede ser malo, según como se le mire.
¿La gente sigue recurriendo a la opinión de los críticos de cine para hacerse una idea de lo que quiere ver?
Mi percepción es que ahora la gente se fija más en los actores, en el director o en los efectos especiales, a la hora de escoger una película. Yo soy de los que piensa que las críticas deben leerse después de haber visto la película, como una especie de complemento que puede servir, por ejemplo, para formarnos nuestra propia opinión acerca de esa historia. Claro que aún hay quienes consultan las críticas antes de ver la película, lo sé por la interacción que mantengo con mis lectores.
Por la masiva circulación del diario El Universal tus escritos sobre cine son leídos a lo largo y ancho de nuestro país. Debes ser una de las personas más leídas en el apartado de opinión cinematográfica en Venezuela. ¿Qué importancia ha tenido para ti publicar en este medio?
El Universal fue el primer periódico nacional para el cual comencé a escribir. Es visto por la mayoría como uno de los medios de comunicación más importante del país, eso conlleva a pensar que quienes escriban para él, sean también articulistas de gran calidad. Escribir para El Universal es la forma como la gente ha empezado a conocer mi trabajo como escritor, y eso es muy importante para mí.
Cada vez más, usamos Internet para ver los últimos estrenos. ¿Seguirá la gente pagando por ir a las salas de cine?
Sí, pero no por mucho tiempo. Si las productoras y las salas de cine quieren sobrevivir, deberán adecuarse a los nuevos tiempos. Si el “consumo” se comporta de esa manera, hay que orientar el producto de la misma forma. Estoy en total desacuerdo con la piratería, pero es un fenómeno al que hay que prestar atención, por una razón muy simple: las productoras perciben cada vez menos dinero por sus películas, mientras que la piratería se hace cada vez más fuerte, y es una tendencia que se encuentra en crecimiento desde hace algunos años. Si se quiere evitar el colapso de las productoras, están deben luchar enérgicamente contra los corsarios de la red, pero también deben atender las nuevas reglas de la demanda, y deben hacerlo ahora… cuando todavía tienen ventaja sobre sus adversarios.
La tecnología ha propiciado una democratización del mundo del cine. Internet ha permitido una revolución en lo que se refiere a exhibición. Cada día más nuevos autores están produciendo cintas con una total desatención a escuelas y formalismos. ¿Qué opinas de este fenómeno?
José Antonio Abreu señaló alguna vez que en el pasado el arte era una creación de las minorías para las minorías, con el pasar de los años el arte adquirió una nueva dimensión: era creado por minorías, para mayorías. Hoy el arte lo crean las mayorías para las mayorías. Ese es el modelo que define a la red de orquestas juveniles de Venezuela. El mismo fenómeno está comenzando a ocurrir en el cine, y es muy positivo y muy importante que esto ocurra. No cualquier película cambia la historia del cine y se convierte en un clásico con el pasar de los años, pero creo que mientras más personas estén haciendo cine en este momento, independientemente de la calidad de sus producciones, mayor es la probabilidad de que aparezca un nuevo “Ciudadano Kane” o un nuevo “Lawrence de Arabia”. Este sistema de canteras, estimula la competencia y en sí, el sentido artístico: es la manera como el arte comienza a exigirse a sí misma una evolución, un paso hacia el futuro.
El cine venezolano tiene un número respetable de seguidores, sin embargo, sus detractores son mayoría. ¿Por qué?
Porque en Venezuela no se hace buen cine; hay excepciones, pero no hacemos buen cine… Me incluyo en ese número respetable de seguidores. Como venezolano apoyo y apoyaré siempre nuestro cine, pero también soy capaz de reconocer que nuestro cine es aún muy primitivo, carece de madurez, de sentido artístico y de historias más interesantes.
¿Cuáles crees que son las mayores fortaleces y debilidades del cine venezolano?
Como principal fortaleza te diría que contamos con un recurso humano muy valioso, sobre todo en el campo histriónico. En Venezuela tenemos actores y actrices a la altura de cualquier otro país. También es cierto que nos hace falta mejor tecnología, pero no es lo imprescindible, como tampoco lo son los grandes presupuestos (aunque claro que ayudarían muchísimo). Aquí lo importante es el sentido artístico, el arte por el arte, sin ningún pretexto más que el puro estilismo de las imágenes y los sonidos. No se hace cine por hacer cine, se hace cine por la misma razón que se escribe una canción o se pinta un cuadro. En Venezuela necesitamos menos “cineastas” y más artistas.
¿Qué te parecen los documentales que se vienen haciendo en Venezuela? ¿Crees que hay un movimiento documentalista importante en el país?
El último documental venezolano realmente bueno que vi, fue “Tocar y luchar” de Alberto Arvelo y, más recientemente, “Un solo de danza”, un cortometraje documental sobre la danza contemporánea en Caracas. Se acaba de hacer uno también sobre el Salto Ángel que tengo muchas ganas de ver. Aún así, creo que no existe todavía un movimiento documentalista importante en Venezuela, aún son minoría los buenos documentales, y mayoría las propagandas disfrazadas de documentales. Lo importante de todo esto, es que la tendencia va en sentido opuesto… el arte está ganado terreno, poco a poco.
¿Cómo decidiste marcharte a vivir en Europa? ¿Qué te ha aportado esta experiencia?
En primer lugar el deseo de vivir nuevas experiencias y conocer nuevas culturas. El estar aquí me ha aportado una visión del mundo y de la vida totalmente distinto al que tenía antes, aunque cada vez creo más en la idea de que esas nuevas visiones y esa madurez es más producto del hecho de “abandonar el hogar” que del nuevo lugar en el que te encuentres. Lo que más me ha gustado de vivir en Europa, es el haber podido conocer a personas de tan diferentes culturas y nacionalidades.
Muchas gracias Gabriel y mucho éxito con tus proyectos…
Gracias a ustedes…