En vida, por Haroldo Conti

Publicado el 03 agosto 2014 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Editorial Barral. 214 páginas. 1ª edición de octubre de 1971; está es la segunda de noviembre de 1971.
Ya he leído y comentado en el blog la novela Sudeste y los Cuentos completos de Haroldo Conti (Cachabuco, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1925 – Buenos Aires, 1976); que a día de hoy son los libros de este autor argentino que se pueden comprar con cierta facilidad en Madrid. Si usted vive en España y está interesado, tras leer los dos libros anteriores, en seguir con la obra de Conti tendrá que buscar en el circuito de librerías de segunda mano. En la librería Ábaco de Raimundo Fernández Villaverde fue donde yo encontré En vida, una tarde de mayo que me puse a pasear por la ciudad, aunque hacía un viento espantoso y llovía (y puede que precisamente por eso me apeteció pasear). En vida fue el premio Barral de 1971. Sé que en 1970 el premio Seix Barral de novela (entonces llamado el premio Biblioteca Breve) se quedó desierto por desavenencias entre la familia Seix y la familia Barral, pero ese año seguramente lo hubiera ganado José Donoso con El obsceno pájaro de la noche. Leo en la wikipedia que en 1971 sí se falló el premio Biblioteca Breve de novela y que lo ganó Nivaria Tejera con Sonámbulo del sol. ¿Así que en 1971 hubo un premio Seix –o Biblioteca Breve- y un premio Barral y después de unos años de ir cada uno por su cuenta Seix y Barral volvieron a fusionarse en la editorial que seguimos conociendo ahora? Lo desconozco, pero no deja de interesarme el tema.
El caso es que En vida de Haroldo Conti ganó el premio Barral en octubre de 1971, y al mes siguiente hubo una segunda edición. No sé durante cuánto tiempo se comercializaría este libro en España. Sí he visto en internet portadas argentinas actuales de esta novela. En Argentina Haroldo Conti es un autor bastante reputado; pertenece a esa generación de escritores que, como Antonio Di Benedetto, empezaron a publicar sus obras en la década del 50 o el 60 del siglo XX y a los que la dictadura argentina condenó al exilio (en el caso de Di Benedetto) o al silencio (Conti fue secuestrado y asesinado por los militares argentinos en 1976). Cuando en la década de los 80 se podría haber restaurando el prestigio de esta generación de escritores, el fenómeno del Boom había copado el interés europeo por la literatura hispanoamericana; y la importante (sin duda) obra de autores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez hizo que nos olvidásemos (en España, al menos) de escritores tan valiosos como Haroldo Conti.
Muchas veces se divide a la literatura argentina entre los escritores de ciudad, que podrían representar la modernidad del país, y los gauchescos, que hablarían de una literatura de interés más tradicional, apegados a las labores del campo en la pampa. Conti parece moverse en un nuevo territorio anfibio: el de los riachos y las islas del río de la Plata, como quedó latente en su gran novela Sudeste. Las primeras treinta páginas de En vida, que transcurre en los bares de fin de semana de la costa del río, una costa cercana a Buenos Aires, son quizás las mejores del libros, las páginas en las que Conti desata con más brío el lirismo de su prosa. Oreste, el protagonista de esta novela, tiene cuarenta años; y cuando empieza la narración (en tercera persona) siente nostalgia del verano que se va. Un verano en el que, durante los fines de semana, se ha dedicado a emborracharse con sus amigos en los bares de la orilla del río; lugar al que acude en tren desde Buenos Aires. La nostalgia de Oreste es doble: el verano se va y comienza el otoño, igual que parece sentir que a los cuarenta años ha comenzado también el otoño de su vida.
En Buenos Aires, Orestes no parece tener muchos alicientes vitales. De su casa de clase media, en la que se siente atrapado, se traslada a un trabajo en una revista agraria, que no lo satisface en absoluto. En cuanto puede pasea por la ciudad; sus caminatas vagabundas le servirán para olvidarse del mundo y para dar rienda suelta a su nostalgia. El narrador omnisciente nos irá informando de las calles por las que pasa Oreste y también de dónde se encuentra su mente, en qué episodio de la infancia o en qué familiar desaparecido está pensando.
La filiación estética de la novela es existencialista, de ese existencialismo europeo de los años 50 o 60 del siglo XX, en el que los personajes se mueven por un mundo que les disgusta y que parece obligarles a llevar a cabo continuamente acciones en las que no creen y que carecen de sentido para ellos. Lo que podría hacernos pensar en Albert Camus, pero, también, por su regodeo en la melancolía de la nostalgia y la infancia me ha hecho pensar, como las otras veces en las que he leído a Conti, en el italiano Cesare Pavese.
La alegría de Oreste proviene de esperar el fin de semana, momento en el que se desplazará en tren hasta los bares de la orilla del río y se juntará con los compañeros de farra que ha conocido en ese ambiente. Unas amistades poco profundas y cuya única función parece ser la de no verse bebiendo solo. “A la segunda copa las cosas comenzaron a iluminarse con ese brillo empañado que generalmente tenían en su recuerdo y a veces en la propia realidad, esto es, cuando eran las cosas y no un montón de sombras”, leemos en la página 182, y entendemos por qué Oreste bebe, por qué pasea por la ciudad y por qué siente un gran rechazo hacia lo que le rodea.
El lector ha de acercarse a las páginas de En vida prestando bastante atención, ya que el narrador sin casi avisarle irá mezclando planos de la realidad de Oreste: el pasado brillante se yuxtapone de continuo a la pobre vacuidad de la existencia presente. Y en esta superposición de planos me perdí un poco al no haber captado con claridad cómo estaba constituida la familia de Oreste: Luisa es la mujer, Susana y Marcelo son los hijos. No sé si para un argentino la palabra “Ema” tiene alguna connotación de herencia italiana, no sé si “Ema” es la madre o a la suegra de Oreste.
En vida no es una novela de trama, no hay aquí misterios por resolver; más bien se trata de una novela costumbrista, con un trasfondo de tristeza y vacío existencial (similar al que se puede sentir al leer a Juan Carlos Onetti); aunque, por supuesto, quizás me he precipitado en las primeras palabras de este párrafo puesto que sí que existe en esta novela el planteamiento de un misterio, el más grande de todos, el misterio de la existencia, el del tiempo que se va (Conti es un gran escritor del paso del tiempo, de las estaciones que se van y vuelven, del fluir del río o de la vida) y el de los hombres que mueren y no son felices.
En vida es una novela de enorme profundidad lírica, con algunas páginas de prosa deslumbrante. Y Haroldo Conti es un escritor al que, sin duda, merece la pena rescatar del olvido.