Enamorados en un mundo de tinieblas

Por Kovua

ADVERTENCIA:

RELATO ERÓTICO CON CONTENIDO SEXUAL EXPLÍCITO. NO APTO PARA MENORES DE 18 AÑOS NI PARA AQUELLAS PERSONAS QUE PUEDAN HERIR SU SENSIBILIDAD HACIA ESTE TIPO DE MATERIAL,

Espero que os guste, es mi primer relato de este género, que además se le añade el reto de lo sobrenatural, me ha gustado mucho escribirlo. 
Enamorados en un mundo de tinieblas

El tren iba a toda velocidad deslizándose por las vías, ya heladas por la nieve que el invierno deja todos los días, los copos caían lentamente pero el efecto de la velocidad de la locomotora hacían que pasaran de largo quedándose atrás como si estuvieran flotando en el aire. Puck se sentía un poco como esos copos que violaban la gravedad que se dejaban llevar por las corrientes de aire que levantaba el tren. Él era un chico normal que solo quería una vida normal, tras el accidente todo había cambiado. Su familia, sus amigos, su trabajo e incluso él mismo. En la cama del frente se encontraba Max, un hombre de lo más raro. Grande, musculoso y, esto era lo más extraño de todo, tímido. En Max se fijaban todos: las chicas por su porte distinguido, sus ojos verde esmeralda y su vestimenta desigual pero agradable a la vista, y los chicos, por lo mismo pero los que más posibilidades tenían con él eran estos últimos como descubrió en el coche aquella calurosa noche.Iban a Rusia, allí querían conocer a una tal Carla, no tenía ni idea de quién era solo le enseño una foto en la que aparecía una preciosa mujer, esbelta, de pelo castaño que debía de medir casi tanto como él. Lo que más le llamo la atención de todo ello fueron sus ojos azules como si el hielo y el cristal se hubieran fusionados en su mirada y también encontrarla abrazada a su compañero de viaje.Llamaron a la puerta. Era la señora que iba repartiendo comida por los vagones. El respondió que no, y se fue mirándole fijamente a sus ojos ámbar y con una expresión en la cara de curiosidad pero también de miedo. No se acostumbraba a su nuevo cuerpo, estaba más fuerte, aunque siempre hubiera sido delgado, su comida natural era la sangre y si probaba algún tipo de comida que antes de lo ocurrido le hubiera encantado le entraban ganas de vomitarla. Por no hablar de los malditos susurros que escuchaba cuando trataba de relajarse y conciliar el sueño durante un tiempo, por ello estaba el mayor del tiempo posible despierto aunque le estuviera pasando factura el insomnio. Y todo por no llevar ese día 13 el puñetero cinturón de seguridad saltándose la normativa. Volver a la vida le costó más de lo que pensó al principio.
—¿Ya te has despertado?, pensaba que estabas durmiendo, debes descansar —dijo Max mirándole— baja las persianas, necesito hablar contigo.—Bájalas tú, no soporto que te levantes así, dando órdenes como si fuera un soldado.—Lo siento, ¿podrías levantarte y bajar las persianas de la puerta y las de las ventanas, por favor? —su mirada de niño travieso describía muy bien lo que sucedería después.

Se levantó, se dirigió a la puerta y bajo la pequeña persiana beige, después puso el cartel de no molestar aunque le hubiese faltado una frase que pusiera «si no quiere ser la merienda o convertirse en un vampiro». Por último se dirigió a la gran ventana que ocupaba todo la pared del vagón. Todo quedó alumbrado por la pequeña luz que desprendía una lámpara que debía de tener casi los mismos años que Max, aunque a él se le notara menos. Se subió a la cama de su compañero, para besarse; primero lentamente como siguiendo el ritmo que surgía de los traqueteos de las ruedas del tren para poco después, de sorpresa, hacerlo de una manera imposible de memorizar, de seguir. Le metía su lengua y le acariciaba los colmillos puntiagudos relativamente nuevos, después le humedecía los labios con una saliva que savia a sangre dulce, acaramelada, para poco después mezclar ese sabor junto con el mío.Él llevaba puesto una camisa de manchas color azul y negro que marcaba sus pectorales, sus abdominales se percibían entre la seda. Yo en cambio una camiseta vieja en la que ponía «Define boyfriend» de color azul oscuro. Él tenía puestos unos vaqueros de color negro ligeramente ajustados, que me parecían elegantes e informales al mismo tiempo. Yo por el contrario unas bermudas que me llegaban hasta las rodillas de flores rosas y fondo de un azul claro. Quizás por ello esa mujer se fue tan sorprendida. ¿Quién sabe?Sin previo aviso me cogió con toda su fuerza la cabeza y se acercó lentamente a mi cuello mientras sus ojos me devoraban, igual que sus enormes brazos me abarcaban y estrechaban abrazándome. Yo me resistía a esa fuerza y presionaba hacia fuera para demostrar que no podía conmigo, pero tanto él como yo sabíamos que eso era mentira. Para Max era un juego más en el que sabía que ganaría (como siempre).

Sus colmillos ya rozaban mi cuello, un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Aunque era un vampiro nuestra sangre servía para alimentarnos y de alguna manera nos estimulaba de otra forma a la humana, hacía que nos volviéramos literalmente locos el uno por el otro, para nosotros era parecido al alcohol, el cual ya no tenía efecto, nos desinhibía al tiempo que nos incitaba a seguir adelante y a querer siempre más y más de aquel líquido color rubí.Entonces decidí tomar las riendas, fui directo a su cuello, se estremeció, lo supe cuando abrió la boca mostrando sus afilados colmillos casi visibles en la oscuridad, blancos como perlas y rojos de mi sangre. Esa vez la sangre salió disparada por todas partes, nuestras miradas se ensangrentaron, mi boca se llenó de tan preciado elixir aportándome aún más excitación, estábamos embriagados, hasta arriba de adrenalina, testosterona y todo lo que contuviera ahora nuestro sistema sanguíneo. Su pantalón vaquero iba a estallar dentro de poco. Bajo la cremallera y se encontró con lo que esperaba pero aún así le sorprendió. Su sexo estaba muy grande, duro y las venas estaban ya de color morado. No le quería hacerle sufrir, cogió con la mano derecha el enorme sexo. Empezó a lamerlo suavemente, con delicadeza, después solo la punta y termino llegando hasta la base, no tenía vello lo cual le motivo para aumentar la velocidad, se estremecían de puro placer hasta que le dijo que no podía más y terminó dentro de él, estalló en su boca como esos chicles rellenos. Max contraatacó, me rompió el pantalón excitándome más, rompió mis boxers de marca dejándolo inservible, se agachó e introduzco mis genitales en su boca, fue una sensación inolvidable hasta que empezó a subir lentamente por mi sexo, el extremo de su lengua lamia lentamente mis pequeñas venas, según me dijo se sorprendió de mi tamaño. De repente mi pene se introdujo totalmente en su boca, él cambiaba el ritmo inesperadamente pero no me completaba, entonces me cogió con sus enormes brazos y me propuso penetrarle, dije que sí. La sensación cambió por completo, a él le gustaba pues su cara expresaba sufrimiento pero placer, yo me sentía mejor que él. Le dije que no podía más que me iba, y así fue, sin previo aviso me deshice dentro de él.
Estábamos agotados. Nos tiramos a la cama la cual se quejó con un gruñido chirriante. Mi primera vez en tantos sentidos. Él se incorporó.—Has estado muy bien Max, me has sorprendido. Siento decirte que tenemos que saltar por la ventana. Esta todo lleno de sangre y no quiero que me acusen de asesinato.—Yo tampoco, cojo las mochilas —y de repente el cristal se rompió en un millón de pedazos que en segundos se perdieron de vista— cuento hasta tres y saltamos ¿has cogido todo?—Sí —me coloque al lado suya —uno, dos —estaba de los nervios, ¿y si caía entre las vías y sus enormes y metálicas ruedas afiladas como cuchillas me partían en mil trocitos?—Tres —terminó de decir Max. Saltamos, y de repente todo era blanco me pregunté si había muerto, pero sentí una fuerza que me levantaba, por suerte estaba vivo. Otra vez. Como el día del accidente. Como siempre mi salvador. Tanto él como yo éramos cómplices, enamorados en un mundo de tinieblas, autodestrucción y sangre. Éramos casi humanos.