¿Enamorarte de tu propio secuestrador? Puede pasar si tienes el Síndrome de Estocolmo

Publicado el 19 marzo 2018 por Carlosgu82

Cuando hablamos del Síndrome Estocolmo nos referimos a la reacción psicológica que es desarrollada por ciertas personas cuando son víctimas de un secuestro o una retención en contra de su voluntad, por lo que pueden llegar a tener cierta relación de complicidad e incluso un fuerte vínculo afectivo con su captor. Esto puede deberse a que en su mente malinterpretan la falta de violencia en su contra como un acto de humanidad por parte del agresor.

Según datos estadísticos del FBI alrededor del 27% de las víctimas de secuestro o ciertos asedios registradas en su base de datos han llegado a experimentar este tipo de reacción. Las víctimas que pueden llegar a experimentar este síndrome generalmente muestran dos tipos de reacciones ante la situación: Primero pueden tener sentimientos positivos hacia sus secuestradores, incluso pueden mostrar miedo e Irá contra las autoridades policiales o quiénes se muestren en contra de sus captores.

Característica del Síndrome Estocolmo

Una persona privada de libertad o retenida en contra de su voluntad, en las que puede permanecer en condicionadas de aislamiento y en compañía de sus captores, puede desarrollar un lazo afectivo hacia ellos como una medida de supervivencia.

Esto se trata de un conjunto de mecanismos psicológicos, los cuales pueden permitir que se forme un vínculo afectivo de dependencia de las víctimas hacia sus captores, por lo que aceptan las motivaciones, creencias, ideas o razones que emplearon los secuestradores para privarlas de libertad.

Hay que resaltar que dicho padecimiento puede tener características psicopatológicas que carecen de entidad de diagnóstico propia. Por lo tanto, un aspecto a considerar es que no merece la denominación de síndrome según los especialistas. Entonces dicho padecimiento no aparece en los principales sistemas de diagnósticos que utilizan los profesionales de la práctica clínica.

Las manifestaciones de este padecimiento pueden resultar más una reacción y un comportamiento determinado ante una situación en concreto y no tanto por un proceso psicopatológico. A pesar de que ciertas señales y síntomas estas no están agrupadas bajo un mismo conjunto diagnóstico.

La mayoría de los casos que han sido atendidos luego de haber sido liberados son tratados por psiquiatras o psicólogos y suelen diagnosticar Trastorno de Estrés Postraumático.

Sin embargo, muchos especialistas (Psicólogos y psiquiatras) coinciden en que el Síndrome Estocolmo podría contribuir a dar una explicación sobre las conductas que han tenido supervivientes de algunas situaciones dramáticas tales como: Mujeres maltratadas, víctimas de incesto, abuso infantil, miembros de sectas, rehenes de guerra, situaciones de secuestro criminal, prisioneros en campos de concentración, entre otros.

Síntomas

Las víctimas se comportan de una forma característica e individual que no puede generalizarse, dicha actuación responde a un mecanismo de defensa por parte de la víctima de manera que acaba identificándose o adquiriendo un vínculo afectivo con su secuestrador.

La situación es estresante y traumática lo que coloca la víctima en una posición pasivo agresiva frente a su captor, por lo tanto, suele actuar de manera defensiva a partir del instinto de supervivencia.

Las personas se colocan en una situación de incertidumbre, pueden sentir durante su captura mucha ansiedad, angustia y temor, lo que la somete a su dependencia y condiciona su vida en todos los sentidos. Si la víctima se revela u ocurre una rebelión puede traer consigo consecuencias devastadoras, así que la opción menos mala es la que puede llevar a la víctima al Síndrome de Estocolmo.

Esta es una respuesta poco usual, suelen sentirse agradecida con sus captores por lo vivido durante el cautiverio, buena agresivo con ellos y acaba mostrándose simpática con sus agresores.

Causas

Los investigadores han intentado explicar por qué ocurre en estas situaciones y cómo se puede generar la relación entre la víctima y su captor, realmente se apela a diferentes claves afectivas y emocionales que pueden ocurrir durante una situación traumática.

En la ciencia ha determinado que este padecimiento con su sintomatología tiene un origen desconocido, radicando aquí una de las grandes diferencias con una enfermedad. En este sentido el cerebro de la víctima recibe una señal de alerta que comienza a propagarse y a recorrer su sistema límbico y las amígdalas regulando las funciones de defensa.

La víctima mantiene su instinto de lucha ante la privación de libertad, aislamiento quedando sometido a los derechos de una persona ajena, de este modo surge la posibilidad de seducir e incluso manipular a su captor como una idea para darle ventaja de ser desestimado como un objeto para potenciales torturas, maltratos e incluso homicidio.