Enciende primero, respira después

Publicado el 14 noviembre 2019 por Rubencastillo

Ejercer un control absoluto sobre los infelices que se han visto obligados a caer en sus redes. Ése es el objetivo de Román Viniegra, un despiadado hospedero que, con la excusa de alquilar viviendas a precios módicos, se fija como objetivo absorber a quienes lo rodean, dominar sus almas, manipular sus miedos.Durante años ha dedicado la más cruel de sus determinaciones para estrangular la voluntad y la vida de los inquilinos, forzándolos a las lágrimas, a la sumisión y, en varios casos, al suicidio. Pero ahora que se encuentra instalado en la vejez y que las fuerzas comienzan a abandonarlo descubre con horror que los espíritus de todos ellos permanecen entre aquellos muros y que desean cobrarse venganza por tantos y tan injustificados ultrajes: el fotógrafo al que obligó a impresionar imágenes bochornosas; el payaso al que ridiculizó y al que empujó para que recayera en sus vicios etílicos; la pianista de quien se burló, halagando su vanidad artística y obteniendo favores sexuales; la niña a la que defraudó y a quien condujo al borde del abismo… Todos esos espectros, con sus voces macabras y su aliento fétido, lo buscan en la oscuridad del edificio. Y su única defensa consiste en dejar encendidas las luces, que los mantienen a raya. Pero no es una solución que se pueda mantener indefinidamente.Eficaz constructor de pesadillas, Javier Trescuadras resulta muy convincente en este trabajo narrativo, que publica con acierto la editorial Cazador de ratas.