Encinar cantábrico

Por Pedrolmendez

El encinar cantábrico, aunque sea una formación vegetal de marcado origen mediterráneo vive en el clima atlántico con un fuerte aporte de humedad y recibiendo menor insolación a la que recibe en otras regiones. La presencia de las encinas en el cantábrico data del terciario y han mantenido su hábitat en zonas de paisaje kárstico por la mayor sequedad de sus suelos, y en todo caso en ambientes no muy húmedos  mientras que de otros lugares ha desaparecido al no poder competir con especies vegetales mejor adaptadas. Estos encinares aparecen desparramados por toda la vertiente cantábrica siendo los bosques mejor conservados los localizados en Cantabria oriental, especialmente en los términos municipales de Santoña, Liendo, Guriezo y Castro Urdiales. Es una verdadera pena que una joya como esta hoy en día tenga que sufrir agresiones medioambientales increíbles especialmente para hacer carreteras o para desarrollos urbanísticos insensibles que al meter las excavadoras y las motosierras como lo han hecho han antepuesto los intereses que todos sabemos a los medioambientales, y tampoco debemos olvidarnos de mencionar que hay usos tradicionales actualmente inadmisibles como darle fuego al monte, la producción de carbón vegetal, etc. que en algunas partes sólo han dejado pequeños bosquecillos de muestra. Esperemos que ahora con la fiebre de los molinillos no surjan nuevas excusas para seguir talando y arrancando estos árboles.    La especie principal aparece en la variedad Quercus ilex L. sp. ilex que habita en comunidad con especies que gustan de vivir en los encinares construyendo una formación boscosa prácticamente impenetrable, en los lugares adecuados alcanzan los 20 m. de altura mientras que en las condiciones más agrestes no pasan de ser unos arbustos achaparrados castigados por el viento y la pobreza del suelo. La zarzaparrilla, Smilax aspera L. medra por entre las quimas de los árboles generando una tupida red de ramas y zarcillos que en la parte más baja la zarza, Rubus ulmiflorus Schott. termina de cerrar haciendo dificilmente penetrable esta foresta a grandes mamíferos, excepción hecha del corzo, el jabalí o el tasugo por sus resistentes pelambreras. El espino blanco, Crataegus monogyna Jacqu., el espino negro o endrino, Prunus spinosa L. e incluso el rusco, Ruscus aculeatus L. obligan a sus habitantes a protegerse bien de tanta espina, siendo en todo caso un lugar ideal para la riquísima avifauna que habita en su interior o en los alrededores. También tenemos que mencionar a otros notables vecinos de esta comunidad como el agrazo, Phillyrea latifolia L., el durillo, Viburnum tinus L., el alborto, Arbutus unedo L., el acebo, Ilex aquifolium L., etc. que junto a los musgos, helechos y algunas otras plantitas que se desarrollan casi en oscuridad a ras de suelo terminan de completar esta riquísima formación vegetal.
  Un saludo