Nuevos estudios revelan cómo murió Ricardo III en 1485, explicando claramente las evidencias encontradas después del análisis de su cráneo. Se detectaron en la Universidad de Leicester las heridas sufridas durante la batalla, cuando perdió el casco. El Rey Ricardo III fue asesinado en la Batalla de Bosworth Field, cuando intentó aferrarse a su corona. Las crónicas se refieren a distintos personajes de la época, como los asesinos de Ricardo III, unos comentan que fue Wyllyam Gardynyr y otros hablan de Rhys ap Thomas.
Al exhumar los restos el análisis forense concluyó, que estos golpes fueron producidos por armas de la época medieval. En total tuvo once contusiones que fueron la causa del fallecimiento y nueve de ellas se encuentran en el cráneo. También se observó en la cadera una grave herida, que se pudo haber ocasionado después de la muerte y se afirma en dicho estudio: “Las heridas que presenta demuestran que sufrió el ataque de varios asaltantes, con armas propias del periodo medieval tardío”. Junto al esqueleto se encontraba una flecha de metal en la columna entre las vértebras.
Debido a que en sus brazos no se descubrieron heridas, se deduce que llevaba una armadura y se describe: “Las heridas que causaron con más probabilidad la muerte del rey, son dos en la parte inferior del cráneo. Un gran traumatismo producido por un arma afilada, probablemente una espada o una alabarda, y otra herida penetrante, causada por la punta de otro arma”. Con su fallecimiento se puso fin a la casa de York y ocupó su lugar en el trono Enrique VII, perteneciente a la dinastía de los Tudor.
Estos estudios se producen, después del hallazgo de los restos de Ricardo III en 2012 en un aparcamiento en Bosworth (centro de Inglaterra). Pero no fue hasta febrero de 2013, cuando se dieron a conocer estos resultados con las correspondientes fotografías y análisis de ADN comparado con el único descendiente directo vivo del monarca, el carpintero Michael Ibsen. Además de otras pruebas que concluyeron que se trataba del esqueleto de Ricardo III. Ante este descubrimiento otros estudios, han logrado reconstruir en 3D el rostro del rey, desmintiendo las leyendas sobre su imagen. Con esta reconstrucción, se desmiente la deformidad de que fue objeto y exagerada por el Bardo en las obras de Shakespeare.
Según palabras de la catedrática de la Universidad de Dundee, Caroline Wilkinson, encargada de dirigir la reconstrucción facial en febrero de 2013, comentó: “La cara se describe como afectuosa, joven y seria”. Su féretro será enterrado en la catedral de Leciester que partirá de Bosworth, pasando por las localidades más importantes de la vida de Ricardo III. En la primavera de 2015, se podrá visitar su tumba que será realizada en piedra de Swaledale, con la cruz donde se dejará inscripto su nombre y escudo.
Fue el último rey ingles muerto durante una lucha armada, y su reinado solamente duró dos años, considerado por la historia como el monarca más cruel de Inglaterra. Su cuerpo fue enterrado en una tumba olvidada y después de cinco siglos sus restos al fin hablan. Pero los misterios continúan rodeando a Ricardo III, porque junto a su féretro se encontró un sarcófago de piedra, perteneciente al siglo XIV y se conjetura sobre la identidad de este esqueleto. El misterioso sarcófago, está siendo estudiado por los arqueólogos de la Universidad de Leicester, para descubrir a quien perteneció. Se ha podido saber, que se trata de un enterramiento realizado 100 años antes de la muerte de Ricardo III.
Enterrado donde se ubicaba la antigua Abadía de Greyfriars, el sarcófago está fabricado en piedra y se lo encontró intacto, mientras que el rey fue sepultado directamente en la tierra sin mortaja. Según estos datos pertenecería a una persona influyente y acaudalada de la época, probablemente un caballero medieval o bien a un sacerdote franciscano de alta posición en la abadía. Posibles nombres se mantienen esperando confirmación para conocer a quien corresponde el cadáver encontrado, se estima que podría tratarse de de Sir William de Moton de Peckleton y en caso de ser los clérigos de Peter Swynsfeld, o de William de Nottingham. En palabras del cronista oficial del rey Enrique Tudor: “El rey Ricardo, solo, murió luchando como un hombre bajo la mayor de las presiones de sus enemigos”.