Soñar con estar en alguna parte, sólo tiene sentido si ese anhelo me lleva hacia tus gentiles brazos. Ya bastante he caminado por el amargo desierto de la soledad, como para aguantar una eternidad entera sin conocer el color de tu hermoso rostro.
Encontrarte es lo único que mi adolorida alma anhela, pensando que así encontrará una forma de soportar la feroz tormenta que amenaza por devorarme por completo.
Encontrar tu bello espíritu entre un mar de corazones que parecen completamente cubiertos por la indiferencia, sería el hermoso regalo que lograría reconciliarme un poco con mi propia existencia ¿Lo querrá el destino?
¿Cuántos océanos tendré que recorrer, para finalmente encontrar un sitio al que llamar hogar? Todavía no logro entender por qué la vida se ha empeñado en hacerme cruzar un camino lleno de espinas, mientras que a otros los conduce por una vía impregnada del suave aroma de las rosas. ¿Al final, valdrá la pena todo este sufrimiento? Espero que al final de esta vía dolorosas, me estés esperando tú, con los brazos abiertos, listos para darme ese abrazo con el que he soñado desde hace años. Sería la única forma de sentir que esto no fue un sacrificio absurdo.
¡Qué importa si los demás dicen que mi afán es la cosa más absurda del mundo! Mi afán jamás mermará mientras mi corazón continúe bombeando sangre. ¿Qué derecho tienen ellos para querer mandar en mis ilusiones? Contra ellos, y contra lo que sea, no descansaré hasta sentir el suave roce de tu piel sobre la mía. No me importa seguir tratando de encontrarme en rostros ajenos, manteniendo la ilusión de reflejarme en el tuyo.
Tal vez, el destino me permitirá encontrarme a mí misma el día en que tu camino y el mío finalmente se decidan a cruzarse ¿Sucederá eso pronto? La vida misma nos dirá.