Encontro de Vinhos Curitiba 2013

Por Manigna


Llegamos cerca de las 15:00 horas y ya había gente en el evento. En la entrada, mientras nos registrábamos, conocimos a los amables organizadores Daniel Perches y Beto Duarte, nos inscribimos en las respectivas listas para participar de las tres exposiciones que se llevarían a cabo en el transcurrir de la tarde, cogimos nuestras copas, e ingresamos.

Ya de entrada, hacia la derecha nos esperaban –entre varios otros- un Gran Reserva 2009 de la Bodega Séptima, un Penfolds Koonunga Hill Shiraz-Cabernet, y un espumante rosado Codorniu Pinot Noir; y esto recién era el inicio. 

La gentil mujer de la importadora Interfoods nos ofreció: ¿quieren una ronda completa para conocer nuestros vinos?, o algo así. Tentadora oferta, pero -considerando que eran más de 15 solamente en ese stand- si probábamos “todos” los vinos de “cada” stand no llegaríamos ni a la mitad del salón y ya estaríamos K.O. Así que a centrarse en los que creíamos que eran los más caros, los que probablemente nunca compraríamos -por lo menos aquí en Brasil, por los absurdos precios que alcanzan ciertas etiquetas-, y/o los más exóticos, llegados de lejanas tierras. Bueno, al menos eso fue al inicio. Así, cada vino que veíamos en un decantador nos acercábamos e ipso facto estirábamos los brazos irguiendo nuestras copas. También preguntábamos: qual é o vino top dessa vinícola?



Pero esa estrategia duró poco. Llegamos al stand de Alto Las Hormigas y Cris se animó a probar aquel malbec que hace mucho no probamos y yo a conocer el Bonarda de Colonia Las Liebres: no serán tops pero qué sabrosos que estaban y justamente ese es un gran punto que tienen a favor: no se tiene que pagar mucho para disfrutar un buen vino. Tienen una gran rpc inclusive por estos lares de impuestos elevados. 
Ahí cerquita divisamos los caldos de Rutini: degustamos el Apartado 2006 –untuoso, derrocha elegancia-, y tras un refill yo me animé al chardonnay que cuenta con un rico punto como a piña y de fondo tiene una rica y suave sensación a madera, a vainilla. Los Rutini así como los Riglos –éste último no había puesto que la importadora Decanter no participó- son marcas muy conocidas para nosotros pero que todavía no hemos bebido en casa. 
Ahí al lado estaba el espacio de la Bodega Decero, vinos totalmente desconocidos para nosotros, y nos enteramos que están a la venta aquí en la ciudad. Un varietal de Petit Verdot nos hacía un guiño. Teníamos buenos recuerdos de otro varietal de la misma cepa pero de la marca Monte Cinco, así que animados por ese buen recuerdo ése fue el primero a ser probado: ¡qué rico vino! De una acidez marcada y muy elegante, muy bien estructurado. También repetimos la dosis. Los vinos de esta casa los buscaremos por aquí. 

Vamos a salir un poco del lado argentino, me dice Cris, y caímos ahora en el stand de una importadora, Inovini, pero lo primero que atrae nuestra mirada allí es un Achaval Ferrer Malbec: al toque pregunto: tem um Achaval Quimera? No había, chesu… Ahí una etiqueta llamó nuestra atención: un Hermon Red Wine 2012. Un tinto israelí. También al toque estiramos los brazos. ¡A Cris le encantó! Lo encontró muy aromático, y en boca destaca la vainilla y clavo de olor, la elegancia no es su virtud, es medio rebelde, tiene una personalidad diferente. Como siempre el problema de los caldos del otro lado del charco son los precios altos. 

¡Las cuatro y quince! Dejamos nuestras copas y subimos a un espacio reservado para las exposiciones. La primera era sobre Argentina, sobre la diversidad de cepas con que cuenta el vecino país sureño. En palabras de André “Deco” Rossi, representante de Wines of Argentina en Brasil, Argentina não é só malbec, tem ótimos vinhos feitos com a uva torrontés, bonarda, petit verdot, syrah. O consumidor brasileiro ainda não descobriu o torrontés, vinhos que tem muito a ver com nosso país que é de clima tropical.



Fue la exposición con mayor número de participantes. Se degustaron cinco vinos en el siguiente orden: 
- Los Haroldos Chardonnay 2012 (en el mercado brasileño cuesta entre RS 20 y RS 26 / US$ 8 y US$ 11)
- Rutini Sauvignon Blanc 2012 (RS 74 / US$ 36) 
- Colonia Las Liebres Bonarda 2011 (RS 42,70 / US$ 20) 
- Finca Flichman Caballero de la Cepa Cabernet Sauvignon 2012 (RS 47 / US$ 22,50)
- La Celia Hermitage Malbec 2010 (RS 145,90 / US$ 72)
El primero es muy fresco y tiene una gran rpc inclusive aquí en Brasil. É para ser bebido ao lado da piscina.., dijeron por ahí. Nos miramos con Cris: 
intentaremos la experiencia, ojalá no más que nuestra hijita nos preste su piscina inflable de pelotitas de colores que es la única que tenemos. 

El tercero ya había probado momentos antes así que pasé. El cuarto no estaba mal pero quizá aún esté muy joven. Para el precio al que es expendido por aquí se le considera accesible (padrones brasileños). 
El que acaparó toda nuestra atención fue el último: el orgasmo está desde la nariz. Ya en boca la experiencia es aún mayor: denso, untuoso, potente y elegante a la vez. Un vino para buscarlo y adquirirlo cuando se cruce la frontera. ¡Vinazo! 
El mapa con las regiones detalladas que llegó en el folder nos ayudan a conocer más de la Argentina. Por ejemplo: totalmente desconocidas nos eran Catamarca en el norte, La Rioja en Cuyo, La Pampa en Patagonia. Y no es que seamos expertos sobre Mendoza, San Juan, Neuquén, entre otras, para nada, pero las primeras no nos vienen a la mente por lo menos durante la exposición. La exposición fue muy rica en información y con slides y separatas detalladas cedidas gentilmente. 


Una hora después la segunda exposición estuvo a cargo de la nueva importadora Eslavino, que como lo indica desde el nombre es la encargada de traer y ofrecer vinos eslovenos al mercado brasileño. En el siguiente orden se degustaron tres de los cinco vinos de su portafolio: - Edi Simčič Triton Lex 2007 (en el mercado brasileño cuesta RS 160 / US$ 78) 

- Verus Furmint (Šipon) 2011 (RS 100 / US$ 48) 
- Movia Modri Pinot 2005 (RS 160 / US$ 78) 

El primero, Edi Simčič Triton Lex 2007, es un blanco que hasta ahora lo tenemos en el paladar. Como el perro de Pavlov salibamos al ver la fotografía en el tríptico cedido. ¡Qué vinazo! Es de una densidad mayor a la de un vino blanco corpulento. No es para beberlo, es casi para masticarlo, para “comerlo” con cucharita. De un fuerte color amarillo, de un brillo diferente que coquetea por momentos con el color miel volviéndose algo turbio –ojo, es del 2007, y según los expositores es un vino de guarda-, en otros de un brillo que deslumbra y atrae, como salido de algún diseño femenino de Ana Locking. Es un blanco trabajado con las uvas: chardonnay, sauvignon blanc y rebula. ¿Rebula? Primera vez que escuchábamos aquel nombre. Es una cepa autóctona eslovena que aporta las notas minerales y el frescor en este corte del cual no tenemos los porcentajes, ni preguntamos, estábamos en trance deleitándonos con este vino. Es de una acidez marcada pero diferente, como más presente pero sin desequilibrar. También tiene toques de miel en boca, pero sin llegar a considerarse un vino dulce. Llega a ser crocante. 


El segundo vino fue el Verus Furmint (Šipon) 2011 y aquí, para nosotros hubo un error pues al dejarlo como segundo vino a ser degustado le quedó la varilla tan alta que ni la riquísima Isinbayeba la alcanzaba. Éste Verus es más fresco, más claro, con menos cuerpo, más suave, de rico sabor en boca, muy equilibrado pero dejando sentir el roble y, sin ser un mal vino quedó chiquito, fue totalmente eclipsado por el primero, claro, para nosotros. Creo que si la degustación hubiese empezado por éste Verus hubiera sido mejor apreciado. El tercero y último fue el Movia Modri Pinot 2005 que no probé, pues ya iba por la segunda copa del primero. Debí hacerlo pues éste tinto varietal de pinot noir fue uno de los primeros en acabarse. Cris sí aprovechó y no lo dejó pasar, lo encontró con un carácter muy diferente, con el roble omnisciente, envolvente, muy afrutado, pero que pide comida. Si fuese una persona sería un tío algo chúcaro por momentos y bonachón en otros; un estilo diferente. Es un vino que pasa cuatro años en barricas de roble francés tras una vinificación biodinámica: uvas cogidas de manera tardía para obtener una mayor concentración, tienen un límite máximo de tiempo (dos horas) para ser transportado a donde se realizará la fermentación con levaduras naturales obtenidas de la misma viña. No es filtrado ni tiene adición de conservante alguno. Según Cris es otra joyita. 

El problema –como siempre- son los altos precios. Por el evento el primero y el último estaban con un descuento de RS 50, o sea a RS 110 (US$ 52), igual sigue siendo caro, pero qué vinos diferentes y agradables son. Toda una experiencia. 



La tercera y última exposición también corrió a cargo de André “Deco” Rossi, y ahora se centró todavía más en los terruños y las diversas regiones argentinas. Esta exposición fue la que menos gente tuvo. Quizá por la alegría que ya afloraba en la mayoría en el salón principal, prefiriendo quedarse a beber abajo que subir a escuchar a alguien hablar sobre vinos, ellos se lo perdieron pues notoriamente Deco domina el tema. Pero como dicen, de lo bueno poco, y no por nosotros, meros aprendices, sino que en esta exposición estaba el Cónsul Argentino y su esposa –que después supimos es de nacionalidad uruguaya-, Pedro Rearte de la Fundación ProMendoza, Flavio Faria autor de los libros “Guía de Vinícolas, Chile”, un ranking con más de 60 vinícolas para visitar, y “Guía de Vinícolas, Argentina” obra que trae más de 65 bodegas para visitar –por cierto, por aquí hay mucho público brasileño que aprovecha el viaje entre otros motivos para hacer “enoturismo”, y Argentina y Chile son los destinos con myor demanda, Uruguay algo menos pero también es mencionado-, o sea solamente fieras entre el público, y también nosotros, y al final de ésta última exposición nos quedamos conversando con ellos a la salida de la salita, en uno de los corredores, y conversar es un decir, pues escucharlos fue un deleite, todos muy amables y con mucha información para aprovechar y aprender. La conversa que duró entre 30 y 40 minutos fue toda en castellano, y un salud por el castellano que a esas alturas para decir salud nos sobraban los motivos, como bien canta Sabina. 

Ya bajando todavía hubo oportunidad de probar los tintos chilenos Ventisquero Queulat Gran Reserva Carménère 2010 –con notas a tabaco y roble-, Ramirana Gran Reserva Syrah-Carménère 2010 –vaya ensamble de cepas, algo fuerte, Cris comentaba que sería más interesante probarlo con comida; tiene una buena rpc-, y los argentinos Ben Marco 2010 –con notas a tabaco en nariz, sedoso, elegante en boca-, y Crios 2011 –los Crios son un clásico por aquí, muy equilibrado, otro ejemplo de gran rpc- ambos malbec.

Cuarenta minutos después pasamos por el stand de Miolo pues divisé el Bueno Bellavista Estate 2009 Paralelo 31, el cual continúa tan sabroso como aquel 2008 que llevamos a casa el año pasado. De ahí pasamos por otro stand donde había un Don Nicanor Barrel Select Malbec 2010 de Nieto Senetiner –muy afrutado en nariz y en boca, aterciopelado, muy sedoso- y un vino portugués, Aprendiz –equilibrado, pero lo bebimos después del malbec anterior y quedó eclipsado, debimos haberlo degustado primero. Por haberlo probado creo que le daríamos una oportunidad en casa por su precio “relativamente accesible” (padrones brasileños), puesto que para arriesgarse con vinos europeos en Brasil hay que gastar más y ahí ya pierde la gracia-. 


¡Gracias Daniel! Gracias Beto! Recién pasaron dos días y ya esperamos que Curitiba esté considerada nuevamente para la ruta del 2014.