La vida nos puede jugar malas pasadas, entre ellas, que nuestro terminal móvil se nos pueda caer desde nuestros propios bolsillos sin que nos demos cuenta cuando estamos sentados. O incluso se nos puede olvidar el último sitio donde lo hemos dejado.
La vida nos puede jugar malas pasadas, entre ellas, que nuestro terminal móvil se nos pueda caer desde nuestros propios bolsillos sin que nos demos cuenta cuando estamos sentados. O incluso se nos puede olvidar el último sitio donde lo hemos dejado.