Con la llegada de septiembre se retoman las actividades que quedan en suspenso durante el período vacacional y, como no podía ser de otra forma, en cuanto nos invitaron desde Planeta a un encuentro para presentar una de sus novedades El crimen del vendedor de ticotosas, con el escritor Javier Gómez Santander, sólo tuvieron que decirnos día y hora para anotarlo en nuestra agenda.
Así que llegado el día nos presentamos en el lugar del encuentro La Jefa un sitio muy agradable con un saloncito en la parte de abajo del local muy cómodo y adecuado para los que íbamos a compartir en encuentro.
El crimen del vendedor de tricotosas es la primera novela publicada de Javier Santander, un periodista que durante un parón laboral voluntario y necesario, invirtió su tiempo en escribir, algo que siempre le ha gustado y que cuyo resultado ha sido esta novela.
También comentó que esta novela le ha ayudado a conocer Facebook y entre las risas de todos confesó que se alegraba de haberlo conocido. Aunque tenía cuenta no lo utilizaba e iba a buscar la contraseña que tenía perdida y volver a poner en marcha su perfil, además los estábamos allí le intentamos convencer de que debía hacerlo como otros muchos escritores que tenían allí la página de su novela en la que colgaban reseñas, encuentros, etc., y al estar todo junto en el mismo sitio es más fácil de consultar y las cosas quedan ahí frente a la inmediatez del Twitter en donde todo se pierde.
Estos argumentos parece que convencieron a Javier y que estaba dispuesto a retomar esta red social de la que habla en su novela, aunque reconoció que hasta este momento entre Twitter y Whatsapp le había parecido que no necesita más, quizás debido a su trabajo y al uso que para ello ha dado a estas redes.
También nos comentó que su madre se había emocionado cuando había leído la novela, entre otras cosas porque para el personaje del padre del protagonista había cogido el pasado del suyo, ya que aunque el personaje no tiene nada que ver, el pasado es el de su padre que murió hace 16 años, y las frases son las de él y a su madre le gustó mucho este recuerdo. Además quería escribir sobre él, lo tenía decidido desde el principio.
Asimismo comentó que los demás personajes, a excepción del protagonista que puede tener cosas suyas, son reales, y ante la pregunta de si se iban a reconocer contestó que cómo no (aunque aclaró que sus amigos eran los buenos de la novela), que los había puesto con sus nombres y el apellidos ya que la había escrito para ellos y que habían los primeros que la habían leído, que había sido su regalo por Navidad, lo que desató otra vez las carcajadas de los que estábamos allí.
Nos comentó que el haber llegado a Planeta había sido por casualidad, ya que él se la había pasado a un amigo editor que publica no ficción y lo había hecho precisamente por ese motivo, para no meterle en un compromiso y le diera su verdadera opinión, y a los dos días le dijo que la quería en tres semanas para publicarla en la Feria del Libro. Entonces se la mandó a Planeta y les dijo que si en tres semanas no le contestaban se la daba a un amigo que la quería publicar y le respondieron afirmativamente muy rápido.
Hablando del título nos comentó que siempre le costaba mucho y lo hacía mal y que hasta para poner los títulos en los programas llamaba a un amigo para que le ayudara, que de hecho la carpeta donde guardaba el manuscrito se llamaba "Historia normal", que en su escritorio sigue figurando así, y aunque pretendía que fuera la editorial la que pusiera el título al final le convencieron de que lo hiciera él, y que, aunque le costó, cuando le vino a la cabeza la palabra tricotosa, ésta le hizo gracia y ese fue el camino, además que vio que ahora hay cierto furor por lo de tricotar y le pareció genial.
Terminamos hablando de uno de los momentos de la novela que sucede en la M-30 que dio para distintas anécdotas que nos habían sucedido a todos en esta vía, nuestras experiencias en ella, lo que dio de sí para un rato de charla.
Seguimos hablando de otras cosas que nada tenían que ver con la novela, cosas que le habían sucedido a Javier en Roma y pasado el tiempo resultan graciosas, aunque en su momento no lo fueran tanto, con las que nos reímos mucho y con las que llegamos a comprender de donde salía el humor que destilaba la novela.
También hablamos de gustos literarios, de lecturas y llegó el momento de despedirse.
Pasamos a las fotos y las firmas de rigor y quedó muy claro que habíamos disfrutado un montón con este encuentro.
No podemos dejar de dar las gracias a Planeta por organizar estos encuentros que tanto nos gustan, y que tratamos de trasladaros.